Google Analystics

Algo sobre mí

Algo sobre mí

Empleado de banca jubilado, amante de la música y la literatura, la naturaleza y las humanidades. Nacido en Guadalajara y conocedor ferviente de la provincia. Actualmente con residencia en Madrid, después de un largo peregrinar por diversas ciudades en razón a mi profesión; que ahora con ilusión trato de vivir esta nueva aventura, pues siempre he creído que la providencia nos ha dado el sueño y la esperanza como compensación a los cuidados de la vida.

12 octubre 2008

La crisis

Crujen las cuadernas de las naves de los estados. Los hasta ayer poderosos navíos que surcaban altivos los océanos de la economía saltan en pedazos hasta la quilla, y sus palos, velas y vergas que afirman su navegabilidad vuelan por doquier llevados por los recios vientos de la desconfianza hacia insospechados confines. Se desbaratan los ánimos de forzado optimismo de sus capitanes y afines, impotentes para contener el vendaval que les azota sin compasión por su discutida incompetencia para cambiar al rumbo adecuado, y ya sin control de los timones quedan las naves a la deriva hasta derrotarse contra los murallones del miedo y la incredulidad.


Cegados los timoneles por su egoísmo, avaricia y soberbia, capitales enfermizos, no aciertan a ver y comprender a los faros que les alertan de los inminentes peligros. Así perdidos embarrancan en los confines de la historia, siembran de tinieblas las vidas de los que impelen el recio velamen en sus peligrosas travesías, viajes que estimulaban hacia perdidos horizontes, y varados en sombrías y agrestes playas de incertidumbre y perplejidad. Entre lamentos y suspiros se ahogan en sus miserias oportunistas, truhanes, golfos, pillos y desalmados.

Y en las bodegas de los navíos, olvidados a su suerte el común de los mortales, prisioneros de sus simples destinos, acobardados, sorprendidos, impotentes y empobrecidos se debaten su futuro y hacienda al albur de inciertos acontecimientos.
Por las arenas se arrastran los mamíferos roedores ávidos por los despojos de las tragedias.

¿Quién puede darme una explicación sobre lo que está pasando en este mundo globalizado en el que tengo el gusto de vivir , pero que en estos tiempos exasperan los ánimos las situaciones de precariedad y los acontecimientos atosigan a la mayoría de los ciudadanos hasta la desesperación?.

Dice mi diccionario, que crisis es la ruptura del equilibrio entre la oferta y la demanda de bienes y servicios que genera una fase depresiva de la coyuntura económica. Escasez y penuria. Situación dificultosa o complicada. Cambio importante en el desarrollo de otros procesos que ocasionan inestabilidad o incertidumbre, etc..... Cada cual estime lo que más le convenza.

Parece ser que ni los más entendidos en materia económica saben dar una respuesta contundente a lo que está sucediendo en los mercados bursátiles y sistema bancario a nivel mundial y en nuestro País en particular, que nos está afectando de forma alarmante, con un paro que desborda las previsiones realizadas y con dudosas expectativas de futuro de la economía en general, no obstante la intervención de los gobiernos de los países más desarrollados, inyectando fortísimas cantidades de dinero al sistema y bajando los tipos de interés.

Casi todos vienen a coincidir, que la desconfianza en general del ciudadano, de sociedades industriales y entidades de inversión está influyendo de forma determinante, debido al desconocimiento del núcleo de la cuestión y de la enfermedad que parece ser afecta al sistema capitalista.

Mi humilde opinión es que también existe una crisis de valores éticos y morales en las comunidades en niveles alarmantes, y por el descontrol de aquellos que deberían estar vigilantes del bien hacer de los timoneles de las empresas y mercados de valores, a los que parece ser les falta sabiduría y les sobra avaricia. Curiosamente este tipo de crisis que aludo no figura en mi diccionario, pues estimo que dichos valores sí tienen gran significado, observando el comportamiento poco edificante de determinados personajes de empresas que denuncian los medios en su función de informadores de la sociedad.

Sociedad en cierta forma adormecida en los últimos lustros, viviendo por encima de sus posibilidades al son que tocan los acontecimientos y dejándose arrastrar por los dulces cánticos de sirena de los embaucadores vendedores de dicha y felicidad, alentando el consumo desmedido y situando el árbol delante de los obnubilados ojos de los ciudadanos, para que no se vea el bosque que en el oscuro horizonte se avistaba, pues bien es cierto que mal se resiste un deseo contra otro mejor.

También es cierto, como es sabido, que lo último que se ha de perder es la esperanza, aunque dejemos jirones de nuestra vida por el camino, pues de todas las crisis que el mundo ha conocido, los humanos encontraron la sensata responsabilidad, aunque sea in extremis, para solucionar los problemas, pues la vida sigue, y aunque de ingenuo se me tilde, siempre así ha ocurrido.

Me contaba una vez un viejo marinero, que con cuanta rapidez se pasa de la mayor suerte a la desgracia más triste; y así un día sereno trae espantosa noche, o por el contrario, una noche de luna hermosa y serena suele preceder a un día de sol terrible; y que las pesadas contrariedades o dificultades que en ocasiones nos brinda la vida, oprimen menos a quienes las saben sobrellevar, aunque la duda y el miedo siempre acompañe a toda andadura humana.

Madrid, 12 de Octubre de 2008

11 agosto 2008

El Grito

El cuadro expresionista El Grito que pintó el noruego Eduard Munch en 1893, solo el autor podría describir el rostro angustioso de la persona que grita reflejada en su famosa obra. No se sabe si pretendía dejar constancia de la angustia personal del pintor o si también deseara esconder una crítica a la forma de organización socioeconómica de la época. En definitiva si Munch grita contra las injusticias sociales y las desigualdades económicas que se vivía en el momento y lugar en el que se pintó el cuadro.

Los tiempos actuales apuntan a situaciones similares a las que parece ser vivió el referido genio.

Ayer nos despertamos, un día más, como la crónica constante de un mal sueño, con la trágica noticia de las muertes de emigrantes procedentes de Africa que sueñan con arribar en las costas de la supuesta tierra de promisión, huyendo de las miserias que viven en sus países de origen. Un día más: ¡Que tragedia, nueve niños y seis adultos una vez más sacrificados en la mar! Niños, mujeres y hombres que se embarcan en miserables condiciones en pateras o cayucos, hacinados como bestias en una aventura hacia la muerte en muchos casos, y en el mejor de ellos llegar a su destino desfallecidos por el hambre y la sed, con escasas posibilidades de poder quedarse a recoger las migajas que el opulento mundo desarrollado les pueda dar, pues sobre ellos pesa la temida repatriación, para volver a empezar.

Todo ello en los momentos que la gente prepara sus vacaciones de recreo con delirio y despreocupación de lo que está ocurriendo en muchas partes del mundo.

No obstante muchos ciudadanos, a modo del grito de Munch, expresan con asombro y horror, perplejos e impotentes observando con tristeza la tragedia que viven muchas personas que apelan con desesperación para que les tengan en cuenta y puedan participar de una mayor igualdad en el reparto del bienestar que se goza en los países ricos, a pesar de que los que gobiernan las naciones vienen haciendo esfuerzos en ayudas y colaboraciones, pero con tibieza y gran hipocresía, ya que se evidencia son insuficientes por los resultados que se están viendo.

Los países poderosos están más interesados en su propio bienestar, proveerse de armas cada vez más sofisticadas para defenderse de hipotéticos enemigos y prepararse para el Apocalipsis de la guerra, con cifras enormes de sus presupuestos para la defensa, en detrimento de lo que se debería aplicar en la ayuda para los países subdesarrollados; y controlar en mejor medida el destino de los fondos de ayuda, para que sean utilizados correctamente y no vayan a parar a manos indeseadas, y también acabar con aquellos indolentes que trafican con la miseria humana.
Asimismo “enseñarles a pescar” para que obtengan el sustento por su propio esfuerzo y ayudarles para que se conozcan sus productos en el mundo desarrollado, sin cortapisas como parece ser ocurre hasta ahora.


Se ha dicho siempre que solo el hombre y la mujer entre todos los seres han sido dispuestos a la felicidad en esta vida, y esas personas a las que se mira con cierta reserva y desconfianza, con la impresión de que vienen a arrebatarnos nuestra privilegiada posición y alterarnos el bienestar social que gozamos, también tienen derecho a ser felices, pues nuestra avaricia, tibieza e hipocresía extingue en la mayoría de los seres humanos el amor hacia todo verdadero bien.


Madrid 11 de agosto de 2008