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Algo sobre mí

Algo sobre mí

Empleado de banca jubilado, amante de la música y la literatura, la naturaleza y las humanidades. Nacido en Guadalajara y conocedor ferviente de la provincia. Actualmente con residencia en Madrid, después de un largo peregrinar por diversas ciudades en razón a mi profesión; que ahora con ilusión trato de vivir esta nueva aventura, pues siempre he creído que la providencia nos ha dado el sueño y la esperanza como compensación a los cuidados de la vida.

09 noviembre 2011

EXCURSION POR EL PARQUE NATURAL DE LA SIERRA NORTE DE GUADALAJARA


                                                                                                                                       Después que regresaron de su viaje por Barcarrota, en tierras de Extremadura el pasado verano, el ilustre extremeño, Octavio, había prometido a su nieto, Cesar, realizar algunas salidas por la provincia de Guadalajara, empezando por el Parque Natural de la Sierra Norte, que engloba las sierras de Ayllón y Pela, y los espacios Hayedo de la Tejera Negra, Macizo del Pico Lobo y Cebollera y la Reserva Nacional de Caza de Sonsaz, que limita con las provincias de Madrid, Segovia y Soria.

Arquitectura en la Sierra Norte de Guadalajara
Aprovecharían un fin de semana que se anunciase con favorable climatología en fechas otoñales, una vez mitigados las sofocantes temperaturas del verano, cuando la naturaleza por aquellas tierras se manifiesta con singular esplendor en sus encantadores bosques y de sus altas montañas.

Octavio deseaba dar a conocer a su nieto la magnífica belleza de su tierra de adopción y  de su nieto nacido en Guadalajara, a la que tanto amaba, pues entendía como justo reconocimiento por cuanto cariño y simpatías recibía desde que recaló en aquélla hace mucho tiempo. En Guadalajara desarrolló su actividad profesional hasta su jubilación.

Diversos fueron los lugares de la provincia que recorrió con motivo de los viajes que realizó en compañía de Paulina, su amada esposa ya fallecida, aprovechando las excursiones que programaban en la Casa de Extremadura ubicada en la capital, y anteriormente con motivo de su actividad profesional, para captar clientes para la empresa donde trabajaba.

En principio tenían intención de realizar una salida por una parte del Parque Natural, pues visitarlo en toda su extensión sería labor de varios días, en razón a que el referido Parque cuenta con una extensión de l25.000 hectáreas y agrupa 35 municipios, por lo que dejarían para ocasiones posteriores la posibilidad de disfrutar otras opciones de rutas de senderismo  en toda su dimensión.

    Arquitectura Negra
Así pues, determinaron seguir por la carretera que parte de Tamajón, puerta de acceso al Parque Natural. De los pueblos de la ruta de la Arquitectura Negra, aunque difícil es decantarse por alguno en especial, ya que todos tienen sus singularidades; pero quizás, por su mayor población o por encontrarse más cerca del pico Ocejón, el turismo se ha centrado en Majaelrayo, y nuestros personajes la escogieron como población base para descansar en la noche. Pasarían por Campillejo, El Espinar y Campillo de Ranas, poblaciones de especial encanto. Y como plato fuerte  intentar subir al emblemático pico  hasta donde respondieran sus fuerzas.

Para los que deseen llegar a estas tierras desde Madrid, tomarían la autovía N-ll hacia Guadalajara, con desvío a unos cinco kilómetros antes de llegar a la capital, dirección a la estación de ferrocarril. Pasada ésta, a medio kilómetro  tomar el desvío a la izquierda, dirección Fontanar, Yunquera de Henares, Mohernando y Humanes. En esta población tomar la C-1004 que les llevaría hasta Tamajón, y desde allí por la GU-186 hasta Majaelrayo. La distancia hasta Guadalajara es de 55 Kms. Y en total hasta Majaelrayo  de unos 125 kilómetros.

Decidieron partir el fin de semana del l4 al l5 de Octubre. Concertaron una casa rural para pasar la noche del primer día. Se pertrecharon de ropa adecuada para aquellas tierras y fechas otoñales, con temperaturas más bajas de las normales en la ciudad, y  calzado  para andar por zonas agrestes.

Cesar estaba muy ilusionado por conocer su provincia, principalmente por los relatos que le venía contando su abuelo desde que se hizo un muchacho juicioso, y en particular ahora que con sus 13 años consiguió obtener brillantes notas en los exámenes de fin del segundo curso de ESO, en el Instituto Brianda de Mendoza, uno de los más antiguos y prestigiosos de la ciudad. Tenía predisposición especial por la Historia y las Humanidades, y con una firmeza inusual en un muchacho de corta edad se manifestaba con cierto carisma, enfilando su posible carrera universitaria por esos caminos del conocimiento.

Octavio se había ocupado, en los ratos que le permitían los estudios de su nieto, de destacar las bondades de aquella tierra alcarreña, las prodigiosas bellezas que la naturaleza había regalado a Guadalajara y su provincia, lamentando que mucha gente desconocía, no obstante las excelentes comunicaciones existentes y los buenos medios para circular hasta lugares, distantes en este caso especial, a tan solo unos noventa minutos, en los que se pueden observar con admiración, encantadores parajes de montaña y de cursos fluviales de cristalinas aguas, que son espejo de hermosos paisajes, y con el paso del tiempo han trazado sinuosos y profundos barrancos. Naturaleza en su viva esencia que son remansos de paz. Lugares que conservan vírgenes sus espacios naturales, de belleza singular y poco conocidos.

El agua fluye por aquellas tierras como el maná, donde tienen origen los ríos Cañamares, Sorbe, Jarama, Jaramillas, Bornoba e infinidad de arroyos, formando los embalses de El Vado, Beleña y Alcorlo.
Pico Ocejón
Salieron, con suerte una mañana bajo un luminoso cielo, pero con el soplo de un recio viento norteño, propio de esas fechas otoñales y como perspectiva el viejo y altivo Ocejón,  la más alta montaña de la zona norte. Aunque es el pico más emblemático, que se suele observar en días claros desde cualquier parte de la provincia, existen mayores cumbres en la Sierra de Ayllón que superan los dos mil metros de altitud: Pico del Lobo con 2.273 metros, el Cerrón con 2.199, la Peña Cebollera con 2.129, y otros con menor altitud. Intentarían conseguir, con especial ilusión y el debido esfuerzo, subir a un monte de 2.049 metros de altitud, con un desnivel de subida de 860 aproximadamente, partiendo de Majaelrayo con 1.190 metros de altitud. 

El relieve es muy accidentado, conformando un conjunto montañoso que hace las delicias de los más avezados escaladores, y de aquellos que sin ser muy expertos, como nuestros personajes, tratan de iniciar escaladas de relativos desniveles, sin más ambición que disfrutar a pleno pulmón del aire puro sin contaminación alguna y de los agradables olores que desprenden las plantas aromáticas que tanto se dan en sus entornos. Recreándose sobre parajes insólitos perdiendo la vista en el lejano horizonte, en un silencio absoluto solo roto por el bufar del viento y encontrar una paz que purifica hasta el alma.

Pequeña Ciudad Encantada
Por la carretera hacia su destino en Majaelrayo, pasados unos dos kilómetros de la población de Tamajón, Octavio, comentó a su nieto que pararían en la Ermita de la Virgen de los Enebrales, patrona de la citada villa, y muy venerada en toda aquella comarca. Situada en el sorprendente paraje de la “ciudad encantada” y rodeada de un bosque de enebros, sabinas y encinas. Fue construida en el siglo XVl y reformada en el XVlll.

Ya en el pórtico del monumento dijo Octavio: -Cuentan las gentes de la zona, ignorando si es historia real o leyenda, que caminando un sacerdote para celebrar misa en el pueblo de El Vado, ya desaparecido por las aguas del pantano que lleva su nombre, salió a su paso una enorme serpiente El cura asustado al verla elevó súplicas a la Virgen para que le ayudara. Esta se le apareció sobre un enebro espantando al animal. En memoria de aquél hecho milagroso se edificó la ermita. También cuentan, que las puertas de la ermita tienen que estar siempre abiertas para que el caminante pueda encontrar refugio en situaciones de emergencia-


Ermita de la Virgen de los Enebrales
-Ahora te sorprenderá lo que vas a ver, dijo Octavio a su nieto, un lugar de gran belleza y que causa fascinación. Se trata de la que llaman la Pequeña Ciudad Encantada, con formaciones extrañas que han sido labradas en caprichosas formas sobre enormes piedras calizas- Al llegar al sitio indicado, Cesar no pudo por menos que exclamar:¡Verdad, abuelo, que es una maravilla que la naturaleza sea tan caprichosa, pues parece como si alguien se hubiera ocupado de labrar formas tan extrañas!

Después de haber disfrutado de la contemplación de aquellas curiosas formaciones naturales, nuestros personajes continuaron su viaje adentrándose por el camino que se les habría hacia el Parque Natural, con muchas perspectivas paisajísticas, culturales y humanas, bajo el luminoso cielo, limpio de nubes y acariciados por el fino soplo del viento serrano, envuelto por el aroma de la jara.



Ermita de Campillejo
Octavio comentó a su nieto: -Cesar, ahora empezarás a ver pueblos casi despoblados, en los que parece no haber pasado el tiempo, conservando su peculiar arquitectura negra, con edificaciones de pequeñas casas construidas a base de pizarra extraídas del entorno natural como elemento principal constructivo, destacando su uniformidad cromática y estética, tanto en muros como en cubierta. Confunde a la vista en relación a las construcciones que has ido contemplando en los pueblos anteriores, ahora en un ámbito de naturaleza pura, en la que se suma el costumbrismo de tradiciones remotas y genuinos modos de vida que configuran la gracia de lo popular y ancestral. Todo ello forma su patrimonio cultural-


El Ocejón desde El Espinar
-Estos pueblos tienen una agricultura y ganadería tradicionalmente pobres, que han sufrido aislamiento a través de los siglos, por su agreste fisonomía y precarias comunicaciones, motivando fuertes emigraciones hasta casi la desaparición de sus pobladores-

-Pasaremos primero por Campillejo, al que ya divisamos en la lejanía y después por El Espinar, pueblos despoblados hasta no hace mucho tiempo. Pero el ciudadano ha descubierto las favorables posibilidades de aprovechar los recursos paisajísticos  y naturales llenos de encanto, como consecuencia de  las nuevas comunicaciones, el mejoramiento de sus infraestructuras y de las economías en general. Por todo ello sus antiguos pobladores y principalmente sus descendientes regresaron rehabilitando las viviendas que estaban en estado de ruina y realizando nuevas construcciones. Aprovechando las interesantes oportunidades que les brinda el incipiente turismo-

-En unos minutos estaremos en Campillo de Ranas, pueblo en el que verás destacados conjuntos urbanos de la arquitectura negra de la zona  en que nos encontramos. Para terminar, porque ya estamos en la plaza principal, aprovecharemos para tomar unos cafetitos y luego seguir hasta Majaelrayo. Te comento Cesar, que a estos pueblos no hace mucho se accedía por caminos sin asfaltar y carecían de electricidad y telefonía. Muy distinto a los tiempos actuales, que como verás la carretera es formidable y lo demás podrás comprobarlo en adelante-


Iglesia Santa Mª Magdalena de Campillo de Ranas
Después del refrigerio, Octavio comentó a su nieto: -Ahora andaremos un rato hasta el mirador de la Fuente de las Ranas, desde donde podremos ver una fantástica vista del Pico Ocejón, y pasaremos por la iglesia dedicada a Santa María Magdalena, en la que podrás observar que también se construyó a base de lojas de pizarra negra y con piedra caliza en la torre, haciendo honor a la arquitectura  típica de la zona que habrás comprobado en los anteriores pueblos de Campillejo y El Espinar, considerados barrios anexionados a Campillo de Ranas, así como otros mas dispersos en las inmediaciones pero apartados de nuestra ruta, llamados Robreluengo, Roblelacasa y Matallana. También lo fue El Vado, que ya te comenté quedó sumergido bajo el embalse de su nombre-

Por último continuaron hacia Majaelrayo, donde llegaron antes del medio día. Buscaron su albergue para anunciar la llegada para poco después disponerse a realizar su ilusionada travesía intentando coronar el citado Ocejón.

Cesar, utilizando Internet en el ordenador que le había regalado su abuelo como premio por haber finalizado brillantemente el curso escolar, había tomado nota de que la ruta les llevaría al menos seis horas, entre la subida y bajada, por lo que decidieron partir  próximamente para poder regresar antes de la puesta del sol. Llevarían unos bocadillos, algo de fruta, chocolate y dos camtimploras con agua, en un solo un macuto que portaría Cesar, para evitar que su abuelo llevara peso alguno, solamente su piolet para asegurar sus pasos por aquellos agrestes caminos.


Paisaje del Parque Natural
 
Comenzaron por un sendero señalizado muy visible, que demostraba el frecuente tránsito de excursionistas en general. Penetraron por un jaral hacia el puente sobre el arroyo Gargantilla para desde allí comenzar la subida. Ascendieron por diversos vericuetos señalizados para no perderse. 

Llegaron al collado Cañamero en los 1.800 metros cuando habían transcurrido dos horas desde la salida, y observando Cesar el cansancio que reflejaba su abuelo, no obstante las sucesivas paradas para recobrar el aliento, acertó a decirle: Creo que es hora de comer para reponer fuerzas-. Octavio, que su orgullo no le permitía demostrar la evidencia de su cansancio, no obstante gozar de buena salud con sus 67 años, aceptó sin reparos la sugerencia de su nieto. Sobre unas rocas, a modo de improvisada mesa, se dispusieron a comer, más bien devorar, los bocatas que les había preparado Paula, su hija y madre de Cesar.

Hacía cerca de tres horas que salieron de Majaelrayo y todavía les quedaban 248 metros de desnivel para conseguir sus propósitos, por lo que enseguida partieron después de recuperar fuerzas. Lograron alcanzar los 1.970 metros coronando el Ocejoncillo, antesala próxima al Pico Ocejón. Un esfuerzo más y estaban sobre la cima, extraordinario otero desde donde podía observar el maravilloso espectáculo de toda la serranía del Parque Natural con sus altos picachos y lomas, los diversos bosques que circundan el Parque, y gran parte de la provincia de Guadalajara. También las chorreras de Despeñalagua, cercana al pueblo de Valverde de los Arroyos, así como las famosas y sorprendentes cascadas del Algibe, en la desembocadura del arroyo del Soto sobre el río Jarama. Un prodigio de belleza entre enormes barrancos a la que se llega desde el pueblo de El Espinar. Ruta que pensaban realizar nuestros personajes al día siguiente, ya de regreso a Guadalajara.


Cascadas del Algibe
Desde la emoción por haber conseguido sus propósitos, Octavio, abrazando a su nieto, con palabras entrecortadas por la fatiga y el recio viento de aquellas alturas, dijo: -Me siento gozoso de estar aquí contigo, Cesar, pese al cansancio que me ha producido la escalada a esta montaña, principalmente por el peso de los años, pero observando la grandeza de la naturaleza desde esta atalaya, que me despierta en el alma los más sublimes sentimientos, no lamento el esfuerzo realizado- Contestó Cesar: -Verdad, abuelo, estoy convencido que ha merecido la pena esta excursión, que quedará siempre en mi recuerdo como uno de los momentos, hasta ahora, más felices de mi vida. Que nunca pensaba se pudieran sentir tantas emociones. Creo comparable al premio que suele recibirse, casi siempre, después de un gran esfuerzo por superarse y conseguir algo bueno en la vida. El tiempo huye, pero las imágenes que han pasado por mi retina estarán siempre en la pantalla de mi memoria-. Respondió Octavio: -Qué bien dices, Cesar, lo que yo pensándolo no sería capaz de pronunciar como tu lo haces, pero quiero añadir, que no habrá nadie que si conoció estos lugares los olvide-

Paso un tiempo en la contemplación y meditación sobre el espectáculo que se ofrecía a su vista y de realizar fotografías,  no tardaron en iniciar el descenso para aprovechar las luces del día. Comentaba Octavio a su nieto, que no por ser aparentemente más fácil bajar era menos peligroso, por lo que extremaron las precauciones para evitar un accidente.

Cascada de Despeñalagua en Valverde

Llegaron a Majaelrayo antes de la puesta del sol, que ya declinaba hacia el infinito horizonte entre nubes multicolores al tiempo que se apreciaban rachas suaves de viento fresco y bajada de temperatura. Directos fueron a su albergue para tomar una buena ducha, y gozando de buen apetito se aprestaron a degustar la rica gastronomía de la zona.
Después dieron un paseo por las típicas calles de la población, que conformaba un paisaje de perfecta armonía por su peculiar y rústica fisonomía arquitectónica de pizarra negra. Pararon para apreciar nuevamente la vetusta iglesia dedicada a San Juan Bautista, y por las famosas fuentes de exquisitas aguas que proveen al vecindario. Una de ellas, La Fuente del Caño, que fue construida en 1.792, reinando Calos III.

El cansancio obligó a nuestros personajes a retirarse pronto a descansar. No madrugaron, se levantaron también con buen apetito, y a media mañana no cejaron en su empeño de terminar el viaje realizando una pequeña excursión para conocer los barrancos que forman el declive de las famosas cascadas del Algibe, situadas al final de una ruta que parte del pueblo de El Espinar. Así lo hicieron y pronto estuvieron viendo, con enorme sorpresa, especialmente por parte de Cesar,  otra maravilla más que ofrece la naturaleza en toda su plenitud. Un dulce regalo como recompensa a una hora de caminata.

Pantano de El Vado

Después de este bonito paseo, dieron por terminada su excursión por una parte del Parque Natural de la Sierra Norte de Guadalajara, y decidieron regresar a casa, no sin antes desviarse unos kilómetros hasta el embalse de El Vado.  Por su interés deseaba Octavio enseñar a su nieto la magnífica obra de ingeniería realizada para abastecer de agua a poblaciones de Guadalajara y Madrid. Octavio lamentó no poder enseñar a su nieto, por falta material de tiempo, los embalses de Beleña y Alcorlo, situados en la zona limítrofe, justificando lo harían en otra excursión.

Soñando con volver en ocasiones posteriores por otras zonas del Parque, que son muchos los encantadores rincones que aún quedan por conocer, en los que la naturaleza ha dejado su maravillosa seña de identidad, Cesar y Octavio  regresaron a Guadalajara felizmente.

Octubre 2011                                                                             
Eugenio








05 mayo 2011

Barcarrota: una excursión por Extremadura

A mi buen amigo Sarbelio
que goza de arraigo extremeño


Octavio, ilustre extremeño y alcarreño de adopción, se había jubilado recientemente y ahora recordaba a su nieto Cesar lo que, desde hacía tiempo, le había venido prometiendo una vez llegara la feliz situación laboral que desde hace unos días venía disfrutando.

Estaba muy ilusionado de llevar a su nieto de excursión por tierras extremeñas, pero especialmente para que conociera el lugar donde había nacido Paulina, su querida e inolvidable esposa, la abuela de Cesar que no había conocido, pues falleció antes de que él naciera.

Se trata del municipio de Barcarrota, de unos cuatro mil habitantes. Pertenece al Partido Judicial de Jerez de los Caballeros, comarca de los Llanos de Olivenza, en la Provincia de Badajoz. Deseaba aprovechar las próximas vacaciones de su nieto, en la segunda quincena del mes de Junio. Con trece años estaba estudiando el segundo curso de Educación Secundaria Obligatoria en el Instituto Brianda de Mendoza, uno de los más antiguos de Guadalajara, que fue fundado en 1.837. Era un muchacho listo y muy juicioso, ávido de aprender sin tener que forzarle al estudio. Tenía predisposición por la historia, y por ese camino del conocimiento enfilaba su posible carrera universitaria.

Abuelo y nieto estaban felices esperando el viaje proyectado, que una vez convencidos los padres del muchacho, lo realizarían en el flamante coche recién comprado por Octavio para celebrar el retiro de su vida laboral. Decidieron partir próximamente hacia su aventura.

Madrugaron un día soleado ya iniciado el verano. Tomaron la A-2 hasta Madrid, donde enlazarían con la A-5 para llegar pronto al destino que habían decidido en su primera etapa. Pararían en Trujillo, donde pasarían la noche, para reponer fuerzas con un buen almuerzo, que por aquellos lugares suelen deleitar en excelente mesa con productos típicos de la tierra, donde normalmente nadie marcha descontento de su gastronomía. Aprovecharían para visitar su monumental conjunto histórico, el castillo y algunos de los muchos palacios, y el monumento ecuestre erigido a su ilustre hijo: Francisco Pizarro, y pasearían por sus calles con definido sabor medieval.

Después de un sueño reparador, en el desayuno decidieron hacer el resto del viaje en un tirón hasta Barcarrota, que distaba unos 175 kilómetros. Deberían seguir por la A-5 hasta Talavera la Real, lugar donde está situada la base militar y escuela para pilotos de aviones a reacción, y desde allí tomar la N-435 dirección La Albuera que les llevaría en unas dos horas a su destino.

Pronto estarían a las puertas de Mérida, una vez salvados los 90 kilómetros que les separaba desde Trujillo. Estaban en la duda de seguir su camino hasta Barcarrota o hacer una visita rápida por la histórica, monumental y antigua Emérita Augusta, pero pensaron seguir adelante hasta su principal destino. No obstante Octavio dijo a su nieto: Cesar, al regreso pasaremos a visitar, por lo menos el teatro romano y el Museo Nacional de Arte Romano, que al salir de casa me lo recordaste para tomar apuntes para tus estudios.

Octavio, para distraer a su nieto en el último tramo que les quedaba hasta llegar a Barcarrota, pensó en contarle la historia sobre los libros "emparedados" por un judío converso allá por el siglo XVI. Así pues, le dijo:

-Como sé que te gusta la lectura de autores clásicos y especialmente el Lazarillo de Tormes, cuentan de un ilustre nativo de Barcarrota llamado Francisco de Peñaranda, persona que aparentaba haberse convertido al cristianismo, escondió en los muros de su casa varios libros de incalculable valor, entre ellos una edición perdida de "El Lazarillo de Tormes", y otros también importantes, entre ellos: "El Alboraique" y "La Oración de la Emparedada". Todos editados a mediados del siglo XVI. Las obras fueron descubiertas cuando se derribó la casa donde habían sido escondidos. Parece ser que la edición de "este Lazarillo" impreso en Medina del Campo en 1.554 nadie lo conocía, por lo que despertó singular interés en círculos literarios y expectación en la región extremeña en particular; cuya colección lleva, con cierto orgullo de los barcarroteños, el nombre de Biblioteca de Barcarrota.

Según los estudiosos en el tema, señala como propietario de los libros a un médico de origen judío, que pudo esconderlos para ocultar su actividad ante las campañas de limpieza de sangre que llevaba a cabo la Inquisición.

-Interesante historia abuelo, -contestó Cesar- Pero debieron ser aquellos tiempos algo tenebrosos, por el hecho de que una persona tuviera que ocultar determinadas aficiones literarias, so pena de ser juzgado y hasta quemado en la hoguera, como creo terminaron muchas personas por cuestiones político-religiosas.

-Así era Cesar, y no han cambiado mucho los tiempos, pues ahora aún existen lugares en el mundo en que lapidan, fusilan y cuelgan a las personas por circunstancias que sorprenden a toda alma sensible.

Cuando se quisieron dar cuenta ya estaban en el término de Barcarrota observando sus impresionantes campos de apretadas dehesas de encinares, alcornoques y monte bajo, donde pactan enormes piaras del cerdo ibérico que producen la rica chacinería extremeña. Al rato estaban entrando en el pueblo y Octavio dijo a su nieto:

-Antes de buscar donde almorzar, que muchos y buenos sitios los hay, pasemos por la Iglesia de la Virgen del Soterraño, patrona de la villa, que allí empezaremos nuestra visita turística, además de dar gracias a la Virgen por el feliz viaje que hemos tenido, que de bien nacidos es ser agradecidos.

Pasaron a la Iglesia. Una joya del gótico. En su origen fue pequeño santuario, que a finales del siglo XIV se convirtió en una iglesia constituida por una sola nave gótica de belleza incomparable, La Virgen ocupa el centro de espléndido retablo barroco, junto con un Cristo gótico y dos hermosas pinturas, una del pintor Morales y la otra de Covarsí, que desde el punto de vista artístico son lo más notable, y diversas obras de rejería local. La talla de la Virgen es probablemente de origen visigótico.

Según la leyenda, sería la Virgen la que propicia el nombre del pueblo, al aparecerse a un pastor que en ese momento remendaba una albarca que tenía rota. En principio se llamó Villanueva de Albarcarrota, y con el tiempo perdería la primera sílaba de su nombre y la característica de Villanueva para quedarse en lo que es hoy.

Después de haber realizado la primera visita y cumplir con sus principios religiosos, salieron nuestros personajes en busca de lugar donde yantar y después buscar alojamiento para dos noches de estancia en Barcarrota.

Patearon por calles angostas con hermosas casonas nobiliarias, de ricas balconadas enrejadas y de recias portadas graníticas con blasones de ilustres nobles del lugar y bellos edificios de estilo colonial. Plazoletas, fuentes, arcos y pasadizos con rincones insólitos y pintorescos. Llegaron a la Plaza de España, donde está situada la Casa Consistorial y en el centro el monumento erigido a su ilustre hijo Hernando de Soto, conquistador del sur de los Estados Unidos de Norteamérica, al que los barcarroteños le tienen especial recuerdo, y sienten el orgullo de haber sido la primera población de España que erigió un monumento en 1.866 en honor a la Conquista de América.


Dieron pronto con un lugar conocido por Octavio donde decidieron aplacar sed y apetito. Como el día era caluroso apostaron por un buen gazpacho extremeño y una degustación de los derivados del rico cerdo ibérico de la tierra, regados con vino y postre también del lugar.

Después buscaron el hostal que habían visto en su patear por las calles de la villa, para dejar las pequeñas maletas que llevaban y descansar con un rato de siesta, que como buen español a esos menesteres estaba acostumbrado Octavio. Después de esa noble función se refrescaron con una buena ducha y no tardaron mucho en salir para seguir viendo los bellos rincones que ofrecía Barcarrota a los visitantes.

Conviene recordar que el origen de Barcarrota se pierde en un lejano pasado, y se desconoce realmente cuales fueron las primeras tribus que poblaron los lugares donde ahora está situada la villa. Los historiadores apuntan a los ascendientes de los íberos. Hay presencia de monumentos megalíticos en todo su término, por lo que hace pensar que era zona deseada por los pobladores de la antigüedad, por la abundancia de sus aguas y la feracidad de sus tierras. Pero como núcleo de población estable hay que remontarse a la Edad Media como poblado árabe posteriormente conquistado para el reino de León por el Rey Alfonso XI. Después de los muchos avatares habidos en su larga historia, que serían prolijos de enumerar, la localidad de Barcarrota se constituyó en municipio constitucional de la región de Extremadura desde 1.834, quedando integrada en el partido judicial de Jerez de los Caballeros

Estando cerca de la Plaza del Altozano, decidió Octavio dirigirse hasta ese bonito sitio, y ya en el centro de la plaza se dirigió a su nieto en los siguientes términos:

-Este lugar tiene una historia trágica que te voy a relatar. Donde ahora observas una bella perspectiva, hace mucho tiempo ocurrió, ignoro si es leyenda o historia real, un romance entre dos jóvenes cuya relación no era bien vista por las familias de ambos, por cuya razón se veían a escondidas y la joven se desplazaba hasta donde tenían la cita, envuelta en una prenda a modo de sábana para no ser reconocida. La imaginación popular llevó a sospechar se tratara de un fantasma o persona con no buenas intenciones que pululaba por la villa asuntando a sus gentes. El alcalde celoso de cumplir con su deber, una noche quedó al acecho y armado con una escopeta, abatió de un disparo a la misteriosa figura embozada, descubriendo que no era otra que su propia hija. Así pues, la cruz que corona la fuente del siglo XVII que estás viendo en el centro de la plaza, fue colocada en memoria de este trágico suceso.

Pensaron rematar la tarde recorriendo las calles principales de la villa, de singular estilo arquitectónico, destacando Toledillo y Jurumeña, donde radicaba la antigua judería barcarroteña, con su peculiar trazado medieval; y aún se pueden apreciar los arcos que sustentaban las puertas de acceso al barrio, que fue creado a partir de la conquista cristiana.
Continuaron su paseo por estrechas calles de deslumbrantes fachadas blancas, donde uno sentía haberse parado el tiempo. Admirando su bella artesanía de herencia árabe y judía, que todavía está presente en calles y edificios, y destacando la famosa cerámica de Cuerda Seca.

A primeras horas de la mañana siguiente iniciaron la marcha con destino a visitar el castillo, que vigilante permanece en el tiempo como símbolo de pujanza y poderío de tiempos pasados. En el camino, Octavio pensó pasar por la casa donde vivió su querida Paulina hasta el día que se unieron en matrimonio. Pararon unos instantes, y con mirada triste, no pudiendo evitar se le derramaran unas lágrimas, le dijo a su nieto:
-Mira Cesar, ahí en esa misma casa que ahora ves, nació y vivió tu abuela hasta que nos casamos. Ahora viven otras gentes del lugar, que desconozco-. Después de largo silencio, su nieto le observó con ternura y tomándole la mano le invitó a seguir el camino.

Por su situación fronteriza con Portugal, que lo fue hasta el siglo XVIII, Barcarrota sufrió campañas militares de asedio y devastación de los ejércitos portugueses, resultado de la disputa territorial entre Castilla y Portugal. Para su defensa se erigió en el siglo XIV un castillo-fortaleza, rodeada hoy por los edificios que, a lo largo del tiempo, se han ido adosando a sus muros quedando en el centro de la villa. Fue residencia de señores feudales, pasando a propiedad del municipio, como consecuencia de la supresión de los privilegios señoriales. Esta fortaleza tiene torres angulares, destacando como principal la del Homenaje; y en su patio de armas se construyó en el siglo XIX una singular plaza de toros, considerada de las más antiguas de la región extremeña, y en la que se celebran afamados festejos taurinos.

Recorrieron todos sus rincones a satisfacción de ambos, bajando a la plaza de toros, y como buen aficionado a la tauromaquia, que de ello sabía un rato, inspirado por una chispa de humor, pasó al centro del recinto, y así como el matador después de una buena faena, a modo de saludo al respetable aficionado, ahora ausente y la plaza en profundo silencio, dando una vuelta sobre sí mismo y con el sombrero de paja que se había feriado para evitar el fuerte calor, extendiéndolo con su mano lo agitó como dando gracias por cuanto se supone estaba disfrutando. Su actitud provocó fuerte risa a su nieto, que le dijo:

-Abuelo los que te vean van a pensar que estás loco- respondió Octavio-. Cierto es que lo estoy, Cesar, pero de puro gozo de estar aquí y contigo.

Sonaron las dos del medio día en el reloj situado en el templete sobre la Torre del Homenaje, el que desde tiempos lejanos marca el transcurrir de la vida de los barcarroteños. Nuestros personajes decidieron reponer fuerzas, y en la tarde continuar su visita a la villa.

Después de la obligada siesta, que se imponía por los efectos de la buena mesa, los efluvios del rico vino de la tierra, y los calores de un día de sol ardiente, decidieron pasar por el hermoso parque que tiene la suerte de disfrutar la villa de Barcarrota, donde sintieron alivio por el frescor relajante que despedían sus jardines y disfrutaron con la belleza que se ofrecía a su vista, por la variedad de las especies autóctonas y otras más exóticas que lo convertían en un lugar digno de admirar, de feliz esparcimiento y de mucho alivio, especialmente en fechas veraniegas. Allí pararon, sentados frente al quiosco de música, de original trazado y lugar de encuentro de los ciudadanos de la villa, especialmente en las fiestas patronales en el mes de septiembre en honor de la Virgen Patrona, y en Junio en la fiesta de los Marochos.

Les costaba levantarse para continuar la visita turística, y pensaron que no encontrarían lugar mejor para afrontar el fuerte calor que entre los altos muros de las grandes naves de las iglesias. Dirigieron sus pasos hacia la iglesia de Santiago, Construida en el siglo XIII, recién conquistado el territorio a los árabes. Goza de un hermoso retablo policromado y de un bello cuadro de la Escuela Sevillana representando a las santas Justa y Rufina. Después de esta visita, Octavio decidió coger el coche para que su nieto conociera los alrededores de la villa. Tomaron el camino antiguo de Jerez para hacer una parada en la Ermita de la Soledad, concebida antiguamente como hospital para caminantes, Es sede de la Hermandad de Nazarenos, donde albergan imágenes que desfilan en Semana Santa.

A continuación de esta corta visita se dirigieron al antiguo convento franciscano de Rocamador enclavado a unos tres kilómetros de Barcarrota, en un paraje de extraordinaria belleza, donde pudieron parar a tomar un refresco. Es un conjunto impresionante que data del siglo XVI, edificado sobre una cima peñascosa, desde donde se domina la Sierra de Salvatierra. Como dato singular, algunas de sus habitaciones están encajadas en la roca sobre la que se asienta el Monasterio. Actualmente se ha reconvertido para explotación hotelera.

La tarde estaba cayendo y el sol declinante parecía huir hacía el infinito horizonte rodeado de tenues nubes que lo abrigaban, formando un bello cromatismo multicolor. Abuelo y nieto sentados en un magnífico mirador abierto hacia poniente, silenciosamente, observaban ensimismados el espectáculo que se ofrecía a su vista, las extensas dehesas y bosques en la lejanía. Octavio también percibió entre tanto encanto la música que llegaba a sus oídos por hilo musical. Como buen amante de la música clásica desde sus años mozos comentó a su nieto:

 -Observa Cesar la maravilla que también nos acompaña, con el primer tiempo de la Sexta Sinfonía de Beethoven, titulada "Pastoral". Es como un homenaje a la naturaleza, que recuerda las alegres sensaciones al llegar al campo, expresando sentimientos. Nada tan real como donde ahora estamos. -Verdad, abuelo -contestó Cesar- parece como si quisiera despedir nuestro viaje con un regalo completo de gran belleza.

Decidieron volver a Barcarrota antes de que anocheciera, para tomar un refrigerio e irse pronto a dormir y preparar el viaje de regreso al día siguiente, pues pensaron madrugar con el fin de poder ver Mérida como habían previsto y no mucho más por el poco tiempo que tenían.

Como habían decidido, se levantaron temprano y después del desayuno partieron para Guadalajara con la tristeza del recuerdo por los felices momentos vividos en aquellos atractivos lugares. En cerca de una hora estuvieron en las puertas de la ciudad de Mérida, divisando el famoso puente romano sobre el río Guadiana y el impresionante acueducto que en parte aún permanece en pie después de casi veinte siglos de historia. A través de los tiempos ha causado admiración y asombro la monumental construcción del conjunto, Procedía el agua del Embalse de Proserpina, a 12 kilómetros de Mérida, que aún se conserva en buen estado así como las complicadas conducciones hasta la ciudad. Visitaron el Teatro Romano, que causó especial admiración a Cesar, pues Octavio sobradamente lo conocía. Después pasaron a ver el referido Museo que tantas veces le había recordado a su abuelo, donde literalmente lo hizo suyo, tomando multitud de notas de cuanto allí se expone, que es mucho e importante sobre la romanización de Hispania. Agotaron al máximo el tiempo previsto.

Antes de partir tomaron un ligero refrigerio y siguieron su marcha para llegar a descansar un rato en Trujillo. Después afrontaron serenamente la larga distancia que les separaba hasta su destino final, parando un poco tiempo para estirar las piernas, en cualquier lugar a la mitad del camino.

Eugenio

Madrid, Mayo de 2011

17 febrero 2011

A un buen amigo


Por razones profesionales, nuestras vidas se cruzaron hace tiempo en un lugar de La Alcarria, y hasta hoy lo considero como mi cuarto hermano, que tres de sangre tengo, pues nada es tan grato al espíritu como la fiel y dulce amistad.

Recorrimos aquellas tierras de buen cordero, rica miel y agradable vino, para captar clientela para la empresa en la que ambos trabajábamos. Laborando luchó en el corazón de La Mancha y como preciado galardón recaló en Guadalajara-capital, en la apoteosis de su carrera profesional, dejando huellas evidentes de su rica personalidad como hombre de bien, y me consta que recibió merecido respeto y afecto de los que le conocieron.

Mi personaje y amigo es persona virtuosa, que siempre ha gozado de buenos principios, éticos y morales. De él se desprende un alma noble y sencilla.

También tiene espíritu literario, pues su fina pluma ha narrado bellas historias de vivencias e invenciones, con buen dominio de nuestro idioma y fino humor. Sentido del humor que ha mantenido hasta hoy, pese a las sombras que siempre acechan a toda andadura humana. Fruto de todo ello ha sido el resultado de varios libros, algunos ya editados.

Su cariño hacia mi Guadalajara lo ha manifestado fervientemente en toda ocasión, creo que en justa correspondencia del aprecio recibido, pues su apego está tan arraigado que lo ha hermanado a su querida tierra toledana, que en Escalona del Alberche nació y en Toledo capital desarrolló su vida hasta que inició su peregrinar por otras tierras. En la Ciudad Imperial conoció a su amada Ita, formando feliz y extensa familia, que prolíficos fueron dando la vida a ocho hijos.

Por todo ello me agrada rendir sencillo homenaje, una vez más, a mi querido amigo, el hidalgo toledano llamado JOSE MUÑOZ BLANCO, publicando en mi blog el escrito que él publicó hace tiempo en el semanario “Flores y Abejas” de Guadalajara; uno de tantos que tiene recopilados en diversos tomos, y que por su contenido he seleccionado, por ahora, que algunos más tengo preparados para ocasiones posteriores. También uno de los 277 chistes que en su momento editó, fruto de su chispa de humor, y que yo repaso cuando tengo el ánimo decaído.

Los citados escritos, que transcribo a continuación, espero sean del agrado de quienes los lean.

Eugenio
Madrid, Febrero de 2011                    


                                     MI INVITACION A CONOCER TOLEDO

Alcarreño, ¿Conoces Toledo? ¿No? Pues te invito a conocerlo.

¿Por qué? ¡Soy toledano! Toledano ausente desde hace unos años de esa mi muy querida ciudad, a la que añoro –próxima y remota a la vez- obligada la ausencia por razones de trabajo.

Vivo en Guadalajara, hospitalaria y tranquila, entrañable y acogedora. Conozco, por pisarlas, tu Sierra y tu Campiña y tus tierras del Señorío- La bondad de sus gentes me ha hecho quererlas –quereros- con el profundo afecto que sabéis ganaros cada día. Soy, por tanto, deudor. 
¡No!, no pretendo, por no poder pagar, dejar saldada mi deuda. Con mi invitación, en la medida de lo posible, solo quiero entregarte algo de lo que tengo: junto con mi gratitud, el conocimiento de mi tierra y el regalo de su contemplación.
¡Vente, pues, conmigo, a Toledo!

Admirarás sus callejuelas y sus cuestas, sus cobertizos, sus patios y sus simpar monumentos. Acompáñame, y en tanto paseamos, cansándonos en subir y bajar, te contaré leyendas que concordarán con cada casa, morisca o cristiana, que yo te iré mostrando.

Iremos a su catedral, y a su Casa del Greco; y a su mezquita del Cristo de la Luz, y a su Alcazar, y a su Puerta del Sol.

Andaremos por su paseo del Miradero y por su plaza de Zocodover. Y te hablaré de su Instituto, antigua Universidad y, luego, desde la ermita de la Virgen del Valle o desde la Peña del Rey Moro, observarás como el Tajo bordea nuestra ciudad, formando foso que antaño sirviera de defensa.

Te hablaré, combinando historia y mito, de Florinda “La Cava”; del reyezuelo moro Anrú y de su noche toledana; de Alfonso VI y de sus amores con Zoraida, la del “Pozo Amargo”. Te contaré de Juanelo Turriano y de su “hombre de palo”. Y del Greco y de Carlos I y de Juan de Padilla.

Cada piedra que aparezca a nuestro paso por Santo Domingo el Real o Santa Leocadia, o San Clemente, o Santo Tomé, o el Tránsito, o San Juan de los Reyes, me dará pié para, creo que sin cansarte, transmitirte un poco de mi saber toledano.

Toledo, mi Toledo y desde ahora el tuyo, no necesita de aditamentos para ser admirado. Lo comprenderás tras la visita. Por algo llegó a merecer de Cervantes esa frase que tan bien lo define: “Peñascosa pesadumbre, gloria de España y luz de sus ciudades”. ¡Nada más cierto!

Entenderás por qué, el toledano-toledano como yo, ebrio del encanto de su pueblo, se atreva a insinuar que, así como el mahometano debe visitar la Meca si quiere, luego, alcanzar el Paraíso, ningún español, del norte o del sur, del este o del oeste, debiera morir satisfecho sin conocer la Ciudad imperial.

¡No!, Toledo no necesita de aditamentos, pero los tiene.

Hoy, precisamente hoy, Toledo añade a cuanto tiene, para ti y para mí –para todos- una muestra del hacer diario de sus gentes y de esas otras gentes que, en concordia y paz, viven en esta porción de España que se llama Castilla-La Mancha.

¡Aprovechemos nuestra visita!

Hasta este momento, te habré enseñado el Toledo histórico, legendario, monumental y glorioso, pero no nos vayamos aún.

Otros hombres, tal vez conociendo nuestra convenida visita, han preparado para nosotros una muestra de su hacer diario. Van a enseñarnos, a los dos, cómo, con sudor y esfuerzo, se gana Castilla-La Mancha ese “pan nuestro de cada día”.

Toledo pone el marco y Castilla-La Mancha cede el contenido. Y así, Albacete, Ciudad Real, Cuenca y tu Guadalajara y mí Toledo, se hermanan y se abrazan al cobijo del maravilloso patio de Tavera. Y se enseñan y se cruzan y se ceden lo mejor que tienen: el obrar de sus hijos.

¡Aprovechemos la ocasión que se nos brinda! Al susurro de un pasado glorioso, vamos a ver la realidad de un prometedor presente.
Por nuestra parte no haremos distinción. La madera, el tejido, el acero, el bronce, el hierro, el barro; todo será un primor, como fruto y exponente de la laboriosidad, del tesón y la habilidad de estos hombres nuestros, los de nuestra tierra, que a fuer de sencillos, son hombres de bien.

Y así, la cuchillería de Albacete se mostrará contenta junto a la espadería toledana; y el encaje de Almagro se encontrará más “hueco” al lado de la labor de Lagartera. Y el mueble de Pastrana u Horche se arrimará gustoso al de Villacañas, o al de Yuncos, o al de Illescas.

Seguro que no nos hartaremos de ver. Nuestra artesanía es rica en cantidad y calidad; y por supuesto, no nos vendremos sin contemplarla toda.

Luego, si quieres, para festejar nuestro viaje y para reponer fuerzas, que la jornada habrá sido dura, comeremos en amor y compañía donde te plazca.

Tampoco, entonces, discutiremos la procedencia de la perdiz, sea cazada en Albacete o Cuenca, en La Mancha o en La Alcarria. ¡Tampoco el vino! “fruto de la vid y del trabajo del hombre”.

Es más: Degustaremos el de Villarrobledo y el de Valdepeñas, y el de Alcazar de San Juan y el de Daimiel; y el de Manzanares y el de Fuensalida, y el de Méntrida, y el de Montearagón; y también el de tu Mondéjar.

De postre, mezclaremos tus bizcochos borrachos con mi mazapán, a los que obligadamente añadiremos nuégados manchegos y cualquier otro producto de los muchos que nos ofrece nuestra Patria Chica.

Y como nuestro Quijote y su Sancho, durante el regreso alternaremos personajes, volveremos caminantes a tu Guadalajara, en la que, de ahora, para siempre, sabes cuentas con un amigo.

                                               ------------------

       CHISTE NUMERO 167 DE SU COLECCION ENCUADERNADA CON EL TITULO

                                      ¿TE SABES ESE DE …?

“El titular tuvo que abandonar por un momento la farmacia, dejando a su cuidado a su hijo, estudiante de primero de carrera, sin conocimiento alguno de farmacología.
En esto, se presenta el alcalde del pueblo, atacado de un fuerte gripazo, acompañado de una tos “perruna”, exigiendo atención inmediata.
Acostumbrado a mandar. Pidió el remedio para la tos, de manera tal, que el muchacho, aturdido, le entregó lo primero que encontró a mano. Cuando el padre volvió, le contó lo sucedido, al tiempo que le indicaba la medicina que le había despachado.
¡Cielo santo! Exclamó el farmacéutico. Si resulta que le había dado “Evacuol”.
“Seguro que este hombre se nos está cagando patas abajo”
Salió corriendo en busca del alcalde a fin de remediar, si posible fuera, la metedura de pata de su hijo, cuando se lo encontró al alcalde abrazado a una farola.
¿Sigue usted tosiendo? Le preguntó, a lo que el otro, a media voz, apenas pudo responder: ¡Sí, sí!, ¡cualquiera tose!

José Muñoz Blanco


13 enero 2011

¿Por qué estoy aquí?



Apolonio apareció sin vida sentado en un sillón frente a la ventana de su habitación, desde donde habitualmente observaba el frondoso jardín y alejados montes que alegraban su vista, ahora vestidos de blanco por la fuerte nevada caída durante la noche de la festividad de los Santos Inocentes. Una mañana fría y brumosa como tantas otras en esas fechas de invierno por tierras alcarreñas.

Parece ser, según cuentan los que estaban cerca de él en sus últimos tiempos, que murió más de pena que de enfermedad. En su postrero combate de lucha por la vida, solo de compañera su soledad y cuando nadie podía ayudarle, sin aliento quedó como dormido en un dulce sueño, en el momento que el alma se desprende del cuerpo e inicia su camino hacia la misteriosa eternidad, y el cuerpo, cansado de vivir, toca tierra firme y goza definitivamente de la paz de los justos.

Apolonio tuvo la suerte de vivir, gozando en vida, haciendo el bien, que nada se llevó el viento, dejando dulce y feliz recuerdo de la aventura de su vida. Supo aborrecer de toda altivez y soberbia humana, no fue esclavo de la avaricia, y su generosidad, sencillez y humildad le hizo acreedor de estar siempre en agradable recuerdo de quienes le conocimos.

Desde los primeros años de colegio fuimos amigos, la amistad la afianzamos en la juventud, y en las sucesivas etapas de nuestras vidas mantuvimos el calor de una amistad imperecedera, a pesar  de la distancia que nos separaba por razones de nuestras profesiones, comunicándonos por carta o teléfono, y en los últimos tiempos manteníamos fluidos contactos a través de Internet, como distracción muy común entre las personas jubiladas.

En la pequeña capital de provincia, donde vivimos nuestra juventud, había pocas diversiones para los jóvenes  que ilusionábamos disfrutar de la vida que se mostraba con extrema austeridad, y cuya principal alternativa era la de pasear los domingos y días festivos, calle Mayor de arriba para abajo, y de abajo para arriba, y así sucesivas veces, y en días lluviosos, bajo los soportales, alrededor de la Plaza Mayor, lugar central de la ciudad, hasta casi marearse de dar tantas vueltas, degustando pequeñas chucherías y en escasas ocasiones entrando a los bares a tomar alguna ligera consumición, ya que los dineros no daban para muchos dispendios, más bien para pocos.

Principalmente nos mantenía felices la ilusión de poder galantear a las dulces jóvenes guadalajareñas, y aprovechar las fiestas populares de los barrios de la ciudad, y con motivo de las ferias y fiestas de la Virgen de la Antigua, Patrona de la Capital, para iniciar ese acercamiento físico y sentimental que la ardorosa juventud tanto anhelaba. En uno de esos bailes Apolonio conoció a la que después sería su esposa.

Los domingos, en la mañana, podíamos encontrarnos con Apolonio y su progenitor en el campo del Club Deportivo Guadalajara, para ver los emocionantes encuentros con sus competidores de la Tercera División, que a más nunca pudo llegar, salvo en los tiempos actuales que se encuentra en Segunda B. Y por las tardes ir al cine con los amigos para ver alguna película, normalmente americana, que tanto nos gustaban a los jóvenes de la época

Apolonio fue una persona honesta, de buenos principios morales y religiosos. Trabajador incansable,  principalmente por la necesidad de sacar adelante a su numerosa familia, pues fueron padres muy prolíficos, dando al mundo seis hijos.

Luchó hasta el agotamiento físico para darles a todos una digna educación, en unos tiempos difíciles. Su mayor orgullo era que tuvieran buenos estudios conforme exigían las circunstancias para opcionar a un buen puesto en la sociedad, y añadía, que con mejor cultura tendrían más posibilidades para conseguirlo.

Manifestaba con cierta frecuencia, que la mejor herencia que podían dar a sus hijos era una buena formación, ya que de bienes materiales poco podían ofrecerles, pues el trabajo por cuenta ajena siempre fue su principal activo, salvo una digna vivienda adquirida mediante hipoteca en el curso de su vida profesional. Lo consiguió gracias a su tesón y esfuerzo, y a las muchas horas extras de trabajo  en su empresa y con algún que otro pluriempleo, y también gracias a la meticulosa administración de su compañera de fatigas e ilusiones, que con esmero cuidaba de que sus hijos vivieran dignamente. No obstante nunca desfallecía y siempre se le observaba feliz. Con frecuencia añadía, el más feliz del mundo.

Pasó aquella etapa de febril evolución familiar. Se le casaron los hijos, vinieron los nietos, como ángeles enviados del Cielo, para  disfrutar con ellos hasta lo infinito del alma, como ocurre con la mayoría de las personas en el atardecer de sus vidas. Recibiendo el mejor regalo que en la vejez  se pueda esperar, y consiguiendo el maravilloso sentimiento de que la vida no se acaba cuando te jubilas con la herencia de ser mayor, además de otros dones que también se pueden obtener conforme a la animosidad de espíritu de cada persona.

Hasta que un día penoso, de los que suele deparar el destino, la esposa de Apolonio se despidió de la vida con la misma dignidad y resignación que había vivido.

Apolonio nunca más se recuperó de la pérdida de su compañera y con el peso de su menguada salud y su peregrinar por los hogares de sus seis hijos, haciendo y deshaciendo  la maleta conforme a los turnos que le habían establecido, ya no sentía la alegría de tiempos pasados, y en su ánimo aparecieron actitudes melancólicas, que no encontraron soluciones en su entorno familiar.

La reseña necrológica aparecida en la prensa local, indicaba que Apolonio había fallecido repentinamente en una residencia para mayores, finalizando su vida con una hoja de papel en su mano, en la que estaba escrita una frase apenas legible, realizada con rasgos irregulares, resultado de una mano temblorosa: ¿Por qué estoy aquí?

Bien veo que mi tribulación es poca, porque no hay nada tan difícil como hallar palabras justas para un dolor tan profundo. Que si miras a tu alrededor, a todos los mortales, por todas partes, encontrarás suficiente materia para afligirte, como es el caso que cuento.

En su día escribió Miguel Hernández:
“Respeten a los ancianos, el burlarlos no es hazaña… La cigüeña, cuando es vieja,  pierde la vista; y procuran cuidarla en su edad madura todas sus hijas pequeñas; aprendan de las cigüeñas este ejemplo de ternura”

Enero 2011