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Algo sobre mí

Algo sobre mí

Empleado de banca jubilado, amante de la música y la literatura, la naturaleza y las humanidades. Nacido en Guadalajara y conocedor ferviente de la provincia. Actualmente con residencia en Madrid, después de un largo peregrinar por diversas ciudades en razón a mi profesión; que ahora con ilusión trato de vivir esta nueva aventura, pues siempre he creído que la providencia nos ha dado el sueño y la esperanza como compensación a los cuidados de la vida.

09 noviembre 2011

EXCURSION POR EL PARQUE NATURAL DE LA SIERRA NORTE DE GUADALAJARA


                                                                                                                                       Después que regresaron de su viaje por Barcarrota, en tierras de Extremadura el pasado verano, el ilustre extremeño, Octavio, había prometido a su nieto, Cesar, realizar algunas salidas por la provincia de Guadalajara, empezando por el Parque Natural de la Sierra Norte, que engloba las sierras de Ayllón y Pela, y los espacios Hayedo de la Tejera Negra, Macizo del Pico Lobo y Cebollera y la Reserva Nacional de Caza de Sonsaz, que limita con las provincias de Madrid, Segovia y Soria.

Arquitectura en la Sierra Norte de Guadalajara
Aprovecharían un fin de semana que se anunciase con favorable climatología en fechas otoñales, una vez mitigados las sofocantes temperaturas del verano, cuando la naturaleza por aquellas tierras se manifiesta con singular esplendor en sus encantadores bosques y de sus altas montañas.

Octavio deseaba dar a conocer a su nieto la magnífica belleza de su tierra de adopción y  de su nieto nacido en Guadalajara, a la que tanto amaba, pues entendía como justo reconocimiento por cuanto cariño y simpatías recibía desde que recaló en aquélla hace mucho tiempo. En Guadalajara desarrolló su actividad profesional hasta su jubilación.

Diversos fueron los lugares de la provincia que recorrió con motivo de los viajes que realizó en compañía de Paulina, su amada esposa ya fallecida, aprovechando las excursiones que programaban en la Casa de Extremadura ubicada en la capital, y anteriormente con motivo de su actividad profesional, para captar clientes para la empresa donde trabajaba.

En principio tenían intención de realizar una salida por una parte del Parque Natural, pues visitarlo en toda su extensión sería labor de varios días, en razón a que el referido Parque cuenta con una extensión de l25.000 hectáreas y agrupa 35 municipios, por lo que dejarían para ocasiones posteriores la posibilidad de disfrutar otras opciones de rutas de senderismo  en toda su dimensión.

    Arquitectura Negra
Así pues, determinaron seguir por la carretera que parte de Tamajón, puerta de acceso al Parque Natural. De los pueblos de la ruta de la Arquitectura Negra, aunque difícil es decantarse por alguno en especial, ya que todos tienen sus singularidades; pero quizás, por su mayor población o por encontrarse más cerca del pico Ocejón, el turismo se ha centrado en Majaelrayo, y nuestros personajes la escogieron como población base para descansar en la noche. Pasarían por Campillejo, El Espinar y Campillo de Ranas, poblaciones de especial encanto. Y como plato fuerte  intentar subir al emblemático pico  hasta donde respondieran sus fuerzas.

Para los que deseen llegar a estas tierras desde Madrid, tomarían la autovía N-ll hacia Guadalajara, con desvío a unos cinco kilómetros antes de llegar a la capital, dirección a la estación de ferrocarril. Pasada ésta, a medio kilómetro  tomar el desvío a la izquierda, dirección Fontanar, Yunquera de Henares, Mohernando y Humanes. En esta población tomar la C-1004 que les llevaría hasta Tamajón, y desde allí por la GU-186 hasta Majaelrayo. La distancia hasta Guadalajara es de 55 Kms. Y en total hasta Majaelrayo  de unos 125 kilómetros.

Decidieron partir el fin de semana del l4 al l5 de Octubre. Concertaron una casa rural para pasar la noche del primer día. Se pertrecharon de ropa adecuada para aquellas tierras y fechas otoñales, con temperaturas más bajas de las normales en la ciudad, y  calzado  para andar por zonas agrestes.

Cesar estaba muy ilusionado por conocer su provincia, principalmente por los relatos que le venía contando su abuelo desde que se hizo un muchacho juicioso, y en particular ahora que con sus 13 años consiguió obtener brillantes notas en los exámenes de fin del segundo curso de ESO, en el Instituto Brianda de Mendoza, uno de los más antiguos y prestigiosos de la ciudad. Tenía predisposición especial por la Historia y las Humanidades, y con una firmeza inusual en un muchacho de corta edad se manifestaba con cierto carisma, enfilando su posible carrera universitaria por esos caminos del conocimiento.

Octavio se había ocupado, en los ratos que le permitían los estudios de su nieto, de destacar las bondades de aquella tierra alcarreña, las prodigiosas bellezas que la naturaleza había regalado a Guadalajara y su provincia, lamentando que mucha gente desconocía, no obstante las excelentes comunicaciones existentes y los buenos medios para circular hasta lugares, distantes en este caso especial, a tan solo unos noventa minutos, en los que se pueden observar con admiración, encantadores parajes de montaña y de cursos fluviales de cristalinas aguas, que son espejo de hermosos paisajes, y con el paso del tiempo han trazado sinuosos y profundos barrancos. Naturaleza en su viva esencia que son remansos de paz. Lugares que conservan vírgenes sus espacios naturales, de belleza singular y poco conocidos.

El agua fluye por aquellas tierras como el maná, donde tienen origen los ríos Cañamares, Sorbe, Jarama, Jaramillas, Bornoba e infinidad de arroyos, formando los embalses de El Vado, Beleña y Alcorlo.
Pico Ocejón
Salieron, con suerte una mañana bajo un luminoso cielo, pero con el soplo de un recio viento norteño, propio de esas fechas otoñales y como perspectiva el viejo y altivo Ocejón,  la más alta montaña de la zona norte. Aunque es el pico más emblemático, que se suele observar en días claros desde cualquier parte de la provincia, existen mayores cumbres en la Sierra de Ayllón que superan los dos mil metros de altitud: Pico del Lobo con 2.273 metros, el Cerrón con 2.199, la Peña Cebollera con 2.129, y otros con menor altitud. Intentarían conseguir, con especial ilusión y el debido esfuerzo, subir a un monte de 2.049 metros de altitud, con un desnivel de subida de 860 aproximadamente, partiendo de Majaelrayo con 1.190 metros de altitud. 

El relieve es muy accidentado, conformando un conjunto montañoso que hace las delicias de los más avezados escaladores, y de aquellos que sin ser muy expertos, como nuestros personajes, tratan de iniciar escaladas de relativos desniveles, sin más ambición que disfrutar a pleno pulmón del aire puro sin contaminación alguna y de los agradables olores que desprenden las plantas aromáticas que tanto se dan en sus entornos. Recreándose sobre parajes insólitos perdiendo la vista en el lejano horizonte, en un silencio absoluto solo roto por el bufar del viento y encontrar una paz que purifica hasta el alma.

Pequeña Ciudad Encantada
Por la carretera hacia su destino en Majaelrayo, pasados unos dos kilómetros de la población de Tamajón, Octavio, comentó a su nieto que pararían en la Ermita de la Virgen de los Enebrales, patrona de la citada villa, y muy venerada en toda aquella comarca. Situada en el sorprendente paraje de la “ciudad encantada” y rodeada de un bosque de enebros, sabinas y encinas. Fue construida en el siglo XVl y reformada en el XVlll.

Ya en el pórtico del monumento dijo Octavio: -Cuentan las gentes de la zona, ignorando si es historia real o leyenda, que caminando un sacerdote para celebrar misa en el pueblo de El Vado, ya desaparecido por las aguas del pantano que lleva su nombre, salió a su paso una enorme serpiente El cura asustado al verla elevó súplicas a la Virgen para que le ayudara. Esta se le apareció sobre un enebro espantando al animal. En memoria de aquél hecho milagroso se edificó la ermita. También cuentan, que las puertas de la ermita tienen que estar siempre abiertas para que el caminante pueda encontrar refugio en situaciones de emergencia-


Ermita de la Virgen de los Enebrales
-Ahora te sorprenderá lo que vas a ver, dijo Octavio a su nieto, un lugar de gran belleza y que causa fascinación. Se trata de la que llaman la Pequeña Ciudad Encantada, con formaciones extrañas que han sido labradas en caprichosas formas sobre enormes piedras calizas- Al llegar al sitio indicado, Cesar no pudo por menos que exclamar:¡Verdad, abuelo, que es una maravilla que la naturaleza sea tan caprichosa, pues parece como si alguien se hubiera ocupado de labrar formas tan extrañas!

Después de haber disfrutado de la contemplación de aquellas curiosas formaciones naturales, nuestros personajes continuaron su viaje adentrándose por el camino que se les habría hacia el Parque Natural, con muchas perspectivas paisajísticas, culturales y humanas, bajo el luminoso cielo, limpio de nubes y acariciados por el fino soplo del viento serrano, envuelto por el aroma de la jara.



Ermita de Campillejo
Octavio comentó a su nieto: -Cesar, ahora empezarás a ver pueblos casi despoblados, en los que parece no haber pasado el tiempo, conservando su peculiar arquitectura negra, con edificaciones de pequeñas casas construidas a base de pizarra extraídas del entorno natural como elemento principal constructivo, destacando su uniformidad cromática y estética, tanto en muros como en cubierta. Confunde a la vista en relación a las construcciones que has ido contemplando en los pueblos anteriores, ahora en un ámbito de naturaleza pura, en la que se suma el costumbrismo de tradiciones remotas y genuinos modos de vida que configuran la gracia de lo popular y ancestral. Todo ello forma su patrimonio cultural-


El Ocejón desde El Espinar
-Estos pueblos tienen una agricultura y ganadería tradicionalmente pobres, que han sufrido aislamiento a través de los siglos, por su agreste fisonomía y precarias comunicaciones, motivando fuertes emigraciones hasta casi la desaparición de sus pobladores-

-Pasaremos primero por Campillejo, al que ya divisamos en la lejanía y después por El Espinar, pueblos despoblados hasta no hace mucho tiempo. Pero el ciudadano ha descubierto las favorables posibilidades de aprovechar los recursos paisajísticos  y naturales llenos de encanto, como consecuencia de  las nuevas comunicaciones, el mejoramiento de sus infraestructuras y de las economías en general. Por todo ello sus antiguos pobladores y principalmente sus descendientes regresaron rehabilitando las viviendas que estaban en estado de ruina y realizando nuevas construcciones. Aprovechando las interesantes oportunidades que les brinda el incipiente turismo-

-En unos minutos estaremos en Campillo de Ranas, pueblo en el que verás destacados conjuntos urbanos de la arquitectura negra de la zona  en que nos encontramos. Para terminar, porque ya estamos en la plaza principal, aprovecharemos para tomar unos cafetitos y luego seguir hasta Majaelrayo. Te comento Cesar, que a estos pueblos no hace mucho se accedía por caminos sin asfaltar y carecían de electricidad y telefonía. Muy distinto a los tiempos actuales, que como verás la carretera es formidable y lo demás podrás comprobarlo en adelante-


Iglesia Santa Mª Magdalena de Campillo de Ranas
Después del refrigerio, Octavio comentó a su nieto: -Ahora andaremos un rato hasta el mirador de la Fuente de las Ranas, desde donde podremos ver una fantástica vista del Pico Ocejón, y pasaremos por la iglesia dedicada a Santa María Magdalena, en la que podrás observar que también se construyó a base de lojas de pizarra negra y con piedra caliza en la torre, haciendo honor a la arquitectura  típica de la zona que habrás comprobado en los anteriores pueblos de Campillejo y El Espinar, considerados barrios anexionados a Campillo de Ranas, así como otros mas dispersos en las inmediaciones pero apartados de nuestra ruta, llamados Robreluengo, Roblelacasa y Matallana. También lo fue El Vado, que ya te comenté quedó sumergido bajo el embalse de su nombre-

Por último continuaron hacia Majaelrayo, donde llegaron antes del medio día. Buscaron su albergue para anunciar la llegada para poco después disponerse a realizar su ilusionada travesía intentando coronar el citado Ocejón.

Cesar, utilizando Internet en el ordenador que le había regalado su abuelo como premio por haber finalizado brillantemente el curso escolar, había tomado nota de que la ruta les llevaría al menos seis horas, entre la subida y bajada, por lo que decidieron partir  próximamente para poder regresar antes de la puesta del sol. Llevarían unos bocadillos, algo de fruta, chocolate y dos camtimploras con agua, en un solo un macuto que portaría Cesar, para evitar que su abuelo llevara peso alguno, solamente su piolet para asegurar sus pasos por aquellos agrestes caminos.


Paisaje del Parque Natural
 
Comenzaron por un sendero señalizado muy visible, que demostraba el frecuente tránsito de excursionistas en general. Penetraron por un jaral hacia el puente sobre el arroyo Gargantilla para desde allí comenzar la subida. Ascendieron por diversos vericuetos señalizados para no perderse. 

Llegaron al collado Cañamero en los 1.800 metros cuando habían transcurrido dos horas desde la salida, y observando Cesar el cansancio que reflejaba su abuelo, no obstante las sucesivas paradas para recobrar el aliento, acertó a decirle: Creo que es hora de comer para reponer fuerzas-. Octavio, que su orgullo no le permitía demostrar la evidencia de su cansancio, no obstante gozar de buena salud con sus 67 años, aceptó sin reparos la sugerencia de su nieto. Sobre unas rocas, a modo de improvisada mesa, se dispusieron a comer, más bien devorar, los bocatas que les había preparado Paula, su hija y madre de Cesar.

Hacía cerca de tres horas que salieron de Majaelrayo y todavía les quedaban 248 metros de desnivel para conseguir sus propósitos, por lo que enseguida partieron después de recuperar fuerzas. Lograron alcanzar los 1.970 metros coronando el Ocejoncillo, antesala próxima al Pico Ocejón. Un esfuerzo más y estaban sobre la cima, extraordinario otero desde donde podía observar el maravilloso espectáculo de toda la serranía del Parque Natural con sus altos picachos y lomas, los diversos bosques que circundan el Parque, y gran parte de la provincia de Guadalajara. También las chorreras de Despeñalagua, cercana al pueblo de Valverde de los Arroyos, así como las famosas y sorprendentes cascadas del Algibe, en la desembocadura del arroyo del Soto sobre el río Jarama. Un prodigio de belleza entre enormes barrancos a la que se llega desde el pueblo de El Espinar. Ruta que pensaban realizar nuestros personajes al día siguiente, ya de regreso a Guadalajara.


Cascadas del Algibe
Desde la emoción por haber conseguido sus propósitos, Octavio, abrazando a su nieto, con palabras entrecortadas por la fatiga y el recio viento de aquellas alturas, dijo: -Me siento gozoso de estar aquí contigo, Cesar, pese al cansancio que me ha producido la escalada a esta montaña, principalmente por el peso de los años, pero observando la grandeza de la naturaleza desde esta atalaya, que me despierta en el alma los más sublimes sentimientos, no lamento el esfuerzo realizado- Contestó Cesar: -Verdad, abuelo, estoy convencido que ha merecido la pena esta excursión, que quedará siempre en mi recuerdo como uno de los momentos, hasta ahora, más felices de mi vida. Que nunca pensaba se pudieran sentir tantas emociones. Creo comparable al premio que suele recibirse, casi siempre, después de un gran esfuerzo por superarse y conseguir algo bueno en la vida. El tiempo huye, pero las imágenes que han pasado por mi retina estarán siempre en la pantalla de mi memoria-. Respondió Octavio: -Qué bien dices, Cesar, lo que yo pensándolo no sería capaz de pronunciar como tu lo haces, pero quiero añadir, que no habrá nadie que si conoció estos lugares los olvide-

Paso un tiempo en la contemplación y meditación sobre el espectáculo que se ofrecía a su vista y de realizar fotografías,  no tardaron en iniciar el descenso para aprovechar las luces del día. Comentaba Octavio a su nieto, que no por ser aparentemente más fácil bajar era menos peligroso, por lo que extremaron las precauciones para evitar un accidente.

Cascada de Despeñalagua en Valverde

Llegaron a Majaelrayo antes de la puesta del sol, que ya declinaba hacia el infinito horizonte entre nubes multicolores al tiempo que se apreciaban rachas suaves de viento fresco y bajada de temperatura. Directos fueron a su albergue para tomar una buena ducha, y gozando de buen apetito se aprestaron a degustar la rica gastronomía de la zona.
Después dieron un paseo por las típicas calles de la población, que conformaba un paisaje de perfecta armonía por su peculiar y rústica fisonomía arquitectónica de pizarra negra. Pararon para apreciar nuevamente la vetusta iglesia dedicada a San Juan Bautista, y por las famosas fuentes de exquisitas aguas que proveen al vecindario. Una de ellas, La Fuente del Caño, que fue construida en 1.792, reinando Calos III.

El cansancio obligó a nuestros personajes a retirarse pronto a descansar. No madrugaron, se levantaron también con buen apetito, y a media mañana no cejaron en su empeño de terminar el viaje realizando una pequeña excursión para conocer los barrancos que forman el declive de las famosas cascadas del Algibe, situadas al final de una ruta que parte del pueblo de El Espinar. Así lo hicieron y pronto estuvieron viendo, con enorme sorpresa, especialmente por parte de Cesar,  otra maravilla más que ofrece la naturaleza en toda su plenitud. Un dulce regalo como recompensa a una hora de caminata.

Pantano de El Vado

Después de este bonito paseo, dieron por terminada su excursión por una parte del Parque Natural de la Sierra Norte de Guadalajara, y decidieron regresar a casa, no sin antes desviarse unos kilómetros hasta el embalse de El Vado.  Por su interés deseaba Octavio enseñar a su nieto la magnífica obra de ingeniería realizada para abastecer de agua a poblaciones de Guadalajara y Madrid. Octavio lamentó no poder enseñar a su nieto, por falta material de tiempo, los embalses de Beleña y Alcorlo, situados en la zona limítrofe, justificando lo harían en otra excursión.

Soñando con volver en ocasiones posteriores por otras zonas del Parque, que son muchos los encantadores rincones que aún quedan por conocer, en los que la naturaleza ha dejado su maravillosa seña de identidad, Cesar y Octavio  regresaron a Guadalajara felizmente.

Octubre 2011                                                                             
Eugenio