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Algo sobre mí

Algo sobre mí

Empleado de banca jubilado, amante de la música y la literatura, la naturaleza y las humanidades. Nacido en Guadalajara y conocedor ferviente de la provincia. Actualmente con residencia en Madrid, después de un largo peregrinar por diversas ciudades en razón a mi profesión; que ahora con ilusión trato de vivir esta nueva aventura, pues siempre he creído que la providencia nos ha dado el sueño y la esperanza como compensación a los cuidados de la vida.

13 abril 2013

EXCURSION POR EL NORTE DE LA PROVINCIA DE GUADALAJARA




Nada tan emocionante como empezar algo nuevo, por ejemplo comenzar un viaje a un lugar desconocido. Así le comentaba Octavio a su querido nieto Cesar, con el que convivía junto a su hijo Lucio y su nuera Clara, su deseo de realizar una excursión por el norte de la provincia de Guadalajara, concretamente por la zona de la Reserva Natural Macizo del Pico Lobo-Cebollera, quizás uno de los lugares más montuosos de la comarca. Agrupa elevadas cumbres como Pico Lobo, la más alta, con 2273 metros sobre el nivel del mar, formando en su conjunto un cordal de montañas denominada Sierra de Ayllón. Forma parte del Sistema Central, entre Somosierra y las sierras de Pela y Ministra.

Sierra de Ayllón
 
Se aproximaban los días solemnes de la Semana Santa y por supuesto las deseadas vacaciones escolares, que tanta ilusión proporcionan a colegiales, profesores y a algunos más que aprovechan unas minivacaciones para hacer escapadas al encuentro de nuevas aventuras y un deseado relajamiento después de los posibles agobios de la vida cotidiana.
 
Octavio observaba con preocupación la reciente situación familiar. Habían despedido a su hijo Lucio de su centro de trabajo a consecuencia de esa lacra llamada ERES, que se ha extendido por nuestro País como una epidemia endémica y que abate a muchas familias, con despidos colectivos que siguen engullendo los proyectos vitales de los españoles. No hay empresa mediana que no viva al borde del abismo. Hoy los ciudadanos atravesamos momentos difíciles, desasosegados e inquietos por las incertidumbres que nos rodean y por los males que acechan, con un panorama especialmente oscuro.
 
A su nieto, ya cumplidos los 14 años, le notaba últimamente con cierta tristeza en su semblante, contrariamente  a su actitud habitual de carácter alegre y dinámico, atribuyendo este cambio a la triste noticia. No obstante animaba a su familia, recordándoles una famosa frase de Napoleón: “Abandonarse al dolor sin resistir, suicidarse para substraerse de él, es abandonar el campo de batalla sin haber luchado”. Y les añadía, que jamás hay que desesperarse por muy sombrías que sean las aflicciones de nuestra vida.
 
Desde que había enviudado vivía en compañía de sus hijos y nieto. Habían formado una envidiable familia, por lo que también sentía cierta inquietud por lo ocurrido. Pero entendía que no debían de caer en el desaliento y se empeñó en hacer frente a las adversas circunstancias en la medida de todas sus posibilidades, ofreciendo cuanto poseía, dinero y otros valores, a favor de la unidad familiar.
 
Con su nieto puso mucho empeño en que superase toda afección. Para distraerle, como los viajes le encantaban, le había prometido llevarle a conocer la provincia en cuantas ocasiones tuvieran. Ahora  se desplazarían hacia el norte. Parte de la comarca ya la conocían por haber realizado una anterior excursión por la zona del Pico Ocejón.
 
Octavio había concertado la estancia de tres días en una casa rural de El Cardoso de la Sierra; último municipio del noroeste de la provincia de Guadalajara limítrofe con la Comunidad de Madrid y a pocos kilómetros del famoso Hayedo de Montejo en el término municipal de Montejo de la Sierra. También había dado a su familia la sorpresa de regalarles cinco días en un hotel de Benidorm, después de la Semana Santa.
 
                             
El Cardoso de la Sierra
 
El lunes amaneció un día de sol radiante que les brindaba la incipiente primavera. Iban bien pertrechados para afrontar la posible diferencia de temperatura que se encontrarían por aquellas tierras altas y de agrestes caminos, pero en un entorno de extraordinaria belleza  donde la naturaleza se manifiesta con todo su esplendor. Octavio ya conocía la zona desde hacia tiempo, en razón a sus viajes profesionales y con motivo de las excursiones que programaba la Casa de Extremadura establecida en la Capital,  pero le encantaba volver para recordar vivencias pasadas y dar a conocer a su nieto aquella zona desconocida para muchos alcarreños. También para descubrir algo nuevo de los rincones privilegiados de nuestras sierras del norte.

Desde Guadalajara recorrerían aproximadamente 95 kilómetros hasta llegar a El Cardoso. Tomarían la comarcal 1004 con dirección a Tamajón. Después la GU-186 hacia Campillo de Ranas, pero antes de llegar a este municipio tomarían a la izquierda la GU-181 hasta pasados unos kilómetros de la aldea de Corralejo, con desvío a la izquierda tomando la GU-187 que les llevaría hasta su destino.

 
Para los residentes en Madrid, la distancia es de unos 110 kilómetros. Tomando la Nacional I, con desvío en Buitrago de Lozoya  y en dirección a Gandullas, atravesando los municipios de Prádena del Rincón y Montejo de la Sierra. Después de abandonar la Comunidad de Madrid y pasando el río Jarama que divide las dos provincias, a pocos minutos estarán en El Cardoso de la Sierra, primera villa de Guadalajara, pasando previamente por el referido Hayedo de Montejo, el bosque de hayas más meridional de Europa.

Salieron al amanecer para aprovechar su estancia de tres días por aquellos olvidados parajes. La meteorología se anunciaba favorable para hacer excursiones, pues tenían previsto patear bien los caminos e intentar escalar, hasta donde les respondieran sus fuerzas, alguno de los  picos de la Sierra de Ayllón, especialmente el Pico del Lobo

Pronto estuvieron en Tamajón donde pararon un rato para desayunar, y en pocos minutos tomaron la carretera en dirección a la comarca de los pueblos de la arquitectura negra, dejando a un lado el impactante Pico Ocejón que tan buen recuerdo les quedó de la anterior excursión que por allí realizaron tiempo atrás.

Octavio, una vez tomado el desvío antes de llegar a Campillo de Ranas, para tomar la carretera GU-181 enfilando hacia el destino proyectado, dijo a su nieto:

-Cesar, estas tierras de serranía que vas a conocer son tradicionalmente pobres. Han sufrido un aislamiento secular, por su lejanía a grandes urbes, el duro clima y los deficientes caminos para acceder a los núcleos de población, lo que explica su escasa población, como ya observamos la vez anterior en los pueblos que hemos pasado, construidos con teja negra. Sufrieron abandono a partir de los años 60 y 70, y así hasta hace pocos años que resurgieron gracias al fomento del turismo rural, los medios de comunicación y la mejora de las carreteras de acceso a los escasos pueblos de la comarca; y también porque muchos de  los hijos de los que emigraron han vuelto para construirse nuevas casas o reconstruir las viejas.

-No obstante, ha sido importante la conservación de sus espacios naturales poco conocidos, por lo que se ha conseguido la salvación natural de los bellísimos lugares que vas a conocer. Parajes solitarios de media y alta montaña. Cursos fluviales de aguas cristalinas e importantes refugios para la conservación de la fauna y de la botánica, que han convertido toda la zona en remansos de paz que hacen las delicias de los amantes de la naturaleza, del senderismo y para los escaladores en sus diversos niveles. Y añadía, Cesar, amar a la Naturaleza es amar a la vida.

                             
Vistas de la comarca
 
-Abuelo –contestó Cesar- esta vez  vamos a tener más difícil hacer alguna escalada, pues habrás observado que el Ocejón está nevado y el Pico Lobo, que tú me comentabas querías escalar, también lo estará y además es más alto que el Pico Ocejón.

En casa, los padres de Cesar, le habían comentado que vigilara y hasta cuidara del abuelo, que con ser tan valiente, algunas veces se arriesga demasiado para su edad.

-No temas Cesar –le contestó el abuelo- Seremos prudentes. También te digo que de los cobardes hay poco escrito. Pues recordarás de la emoción que sentimos al coronar el Ocejón, y ver desde aquella atalaya la grandeza de la naturaleza, sintiendo momentos y emociones felices difícil de olvidar.

Siguieron hasta llegar cerca de El Cardoso,  donde detuvieron el coche para observar la bella perspectiva desde la altura en que se encontraban. Estaba extendido en el ancho valle entre las altas montañas, como durmiente al paso del tiempo. Efectivamente las crestas de los altos picos estaban nevadas. El espectáculo era sublime: las montañas hermanadas  en abrazo con las nubes se ofrecían a sus retinas como un regalo especial para sus impresionados espíritus.

Continuaron la marcha hasta entrar en la villa. Acudieron lo primero a presentarse en la casa rural donde tenían concertado el hospedaje. Allí fueron atendidos como corresponde a aquellas sencillas gentes, con amabilidad y deseos de agradar al viajero.

Después de aposentarse y concertar el almuerzo para el medio día, al interesarse por la historia del lugar, la amable posadera se encargó de explicarles, que se tiene constancia de la existencia de la villa a partir del siglo IX, cuando se empezó a repoblar la Sierra de Ayllón por las gentes de Buitrago de Lozoya, transcurriendo varios siglos de su aventura por la historia hasta que en 1833 El Cardoso es incluido en la provincia de Guadalajara. Es la sede de diversos pueblos y pedanías: Peñalba de la Sierra, Bocígano, Colmenar de la Sierra, La Vihuela, Cabida y Corralejo , con una población total del orden de 100 personas.

No perdieron tiempo para pasear por sus silenciosas calles quedando embelesados como trasladados en el tiempo. Observaron las sólidas edificaciones reciamente construidas, principalmente con piedra y gruesos muros para afrontar la dura climatología, especialmente en la época invernal. Visitaron la Iglesia de Santiago Apóstol, de estilo románico construido en el siglo XI, monumento principal de la villa.

Octavio decía a su nieto:

–No extrañes la ausencia de obras monumentales, que  aquí la reina de la Creación es la Naturaleza que ha regalado a sus habitantes todo un conjunto de bellas montañas, riquísimos prados y bosques de robles y pinares, encinas, hayas y abedules, álamos, chopos y acebos; y qué decir de las aguas  cristalinas por donde quiera que vayas, y un aire puro que solo al respirar inhalas esencia pura de una rica y abundante vegetación de jara y brezos; medicinales y aromáticas, como la manzanilla,  cantueso, romero y tomillo. Toda una sinfonía multicolor de plantas.

-Abuelo –preguntaba Cesar- creo que por estos lugares también podemos ver corzos, jabalíes y hasta lobos, y me asusta pensar que nos salieran al paso en las excursiones que queremos realizar.

-No tengas miedo, que a los humanos no les suelen atacar,  lo hacen a los rebaños de ganado en zonas más alejadas y aprovechando la obscuridad de las noches. Además, para tu tranquilidad, no se tiene noticias de haber producido daño alguno a las personas. 

Así quiso calmar el miedo de su nieto por tan bello animal y también tan denostado históricamente.  

Dieron un paseo por los alrededores y se acercaron para ver la ermita de San Roque, patrón de la villa y a un antiguo molino harinero situado junto al río Jarama, extendiendo el paseo hasta el Área Recreativa El Molino, lugar de encanto desde donde se podían apreciar unas vistas de extraordinario encanto.

Pronto pensaron en regresar, para no hacer esperar a la posadera y porque ya habían sentido la llamada de sus estómagos.

-Cesar, entiendo que no debemos descuidar la vida del cuerpo, que nos demanda yantar, pues ya decía el buen Sancho  “que tripas llevan pies”, así es que aceleremos el paso que seguro nos van a sorprender con gastronomía casera y muy natural, sin conservantes ni colorantes.

-Bien dicho abuelo, que ya llevo un buen rato con cierta sinfonía de tripas que no aguanto más.

La mesa estaba servida y pronto dieron sus bocas con un cuarto de cordero serrano, que según les dijeron, fue sacrificado en la madrugada. Antes, tomaron unos chorizos y lomos de olla como aperitivo, regado con vino de las tierras de Mondéjar. Para desengrasar una buena ensalada, y de postres  unas ricas torrijas.

En esta ocasión Octavio se había olvidado de su colesterol. Pues recordarlo en esos momentos sería pecado mortal.

Decidieron descansar un rato en unos sillones que invitaban a soñar, y para ver la tele. Pero transcurridos unos minutos ambos estaban dormidos.

Aguas puras y cristalinas
 
A partir de entonces aprovecharon el tiempo visitando los alrededores de la villa y pueblos pedáneos, cada uno con su especial encanto, y hallaron verdaderos remansos de paz en la augusta soledad de las tierras olvidadas de la provincia. Agradables paraísos donde se vive en armonía feliz con la madre Naturaleza. Privilegiados rincones escondidos en un laberinto de desfiladeros, y bonitos valles regados por ríos y arroyos de aguas puras y cristalinas, donde el viajero encuentra la tranquilidad y el sosiego perdido en la ciudad, sumergido en parajes idílicos de desbordante belleza.

Desecharon la idea de afrontar la escalada a Pico del Lobo, pues el sentido común se impuso, recordando la fábula de las uvas y el zorro. Pensaron  que ellos estaban verdes para subir esa alta montaña ahora nevada, así es que se conformaron con hacer escalada menor a un cerro cercano a la villa donde se encontraban, y quedaron felices y contentos, dejando para otra ocasión escaladas mayores. Pero no satisfecho plenamente con la decisión tomada, comentó Octavio a su nieto en términos taurinos: -Queríamos torear a un miura y lo haremos a una vaquilla. Pero podíamos decir a nuestro regreso que nuestros fines se han cumplido. ¡Una mentirilla piadosa! ¿No te parece?

 
Perspectivas serranas
 
-Abuelo, difícil me va  a ser mentir pero, como excepción, trataré de guardar la vanidosa mentira que propones. Te recuerdo tus enseñanzas de que siempre debemos ser honrados, sencillos y prudentes.

Contestó a su nieto en silencio con una sonrisa picarona.

En las dos noches que vivieron por aquellas tierras pudieron observar el extraordinario espectáculo de un firmamento limpio de nubes, mostrando la grandeza de la Creación con plena brillantez de estrellas y planetas. Un espectáculo desconocido en las ciudades por la contaminación y la fuerte  luminosidad.

También pudieron observar, con cierto deleite para sus retinas, a águilas reales, buitres leonados, milanes y halcones planeando en el cielo azul cercano a los altos picos y de sus nidos, que tuvieron como compañeros de viaje a lo largo de las excursiones.

En la mañana del tercer día madrugaron para visitar el Hayedo de Montejo. Visita obligada para que conociera Cesar el magnífico bosque de hayas y encinas situado en el término de Montejo, en la Comunidad de Madrid, con la presencia de las  aguas claras del río Jarama que ensalza la belleza del paisaje y  dan vida a la diversidad de árboles, arbustos y muchas plantas. Lugar de encanto, especialmente más impactante en el otoño por la variedad de los colores de sus hojas. Está muy bien considerado por la heterogeneidad ecológica, y riqueza en lo referente a la micología.
      
                                                        El Hayedo de Montejo

Regresaron felices y contentos de su última aventura por el Hayedo, y en general henchidos de puro gozo por las experiencias vividas. Prestos se dispusieron a tomar el almuerzo y partir de regreso a casa a la mayor brevedad, pues su intención era llegar antes del anochecer.

Quedaron emplazados para realizar en verano otra excursión por la provincia, una vez que Cesar terminase el tercer  curso de Educación Secundaria.

 Eugenio

 Abril 2013