Google Analystics

Algo sobre mí

Algo sobre mí

Empleado de banca jubilado, amante de la música y la literatura, la naturaleza y las humanidades. Nacido en Guadalajara y conocedor ferviente de la provincia. Actualmente con residencia en Madrid, después de un largo peregrinar por diversas ciudades en razón a mi profesión; que ahora con ilusión trato de vivir esta nueva aventura, pues siempre he creído que la providencia nos ha dado el sueño y la esperanza como compensación a los cuidados de la vida.

14 julio 2015

Reflexiones


Octavio y Felipe eran buenos amigos desde un día que coincidieron en el centro de mayores de su barrio.

El primero, extremeño de adopción, vivía en Guadalajara, ciudad a la que amaba desde que hace muchos años llegó a trabajar a una fábrica del polígono industrial del Henares. Era natural de la villa de Barcarrota, en los Llanos Olivenza, de la provincia de Badajoz. Buscando nuevos horizontes recaló en la ciudad alcarreña, donde se enamoró, se casó y tuvo una hija. Actualmente viudo vive con ella y su marido; estos tuvieron un hijo que se llama Cesar. Octavio en ocasiones realiza excursiones con su nieto por la provincia, de la que es ferviente admirador.

Felipe, nacido en Sigüenza, es persona íntegra de buenos principios y como se dice, tiene buena química con su amigo Octavio, pero polémico cuando tratan de temas políticos, pues como jubilados que son tratan de solucionar los problemas del mundo, presumiendo de la sabiduría acumulada por los años que llevan a sus espaldas. 

En el momento actual estaban desconcertados por los cambios que se iban desarrollando en nuestro país, y especialmente con motivo de las últimas elecciones celebradas para constituir comunidades y ayuntamientos.

Una soleada mañana del mes de Junio se habían citado en los jardines de la Concordia, y sentados frente a una bonita fuente situada en el centro de la avenida que lleva hasta el barrio de San Roque, les gratificaba el frescor que despedían los surtidores de agua que se elevaban hacia el cielo. Era su lugar predilecto en la época de calores veraniegos.

Inició la charla Octavio, ponderando lo bien que se estaba en aquel lugar, al tiempo de decir a su amigo: -¿Qué te parece Felipe cuanto está pasando con motivo de las últimas elecciones? 

Contestó Felipe: -Pues qué quieres qué te diga, los políticos son como los grandes amantes, su amor es ingenioso, su ternura creativa, las ideas de rica imaginación para conseguir sus fines son infinitas, y posibilitan signos de presencia continua. Los que están fuera del poder aluden, para justificar sus altisonantes discursos, a una patria y un gobierno con señales evidentes de decadencia y corrupción; y en cierta forma no les falta la razón, pero olvidan la historia de cuando ellos estaban gobernando.

-Nuestros políticos tratan de obviar sus antiguas bellaquerías que acabaron provocando infortunio y mucho descontento en este sufrido pueblo, con un cinismo amargo en muchos de estos personajes de entonces, terminando entre rejas más de uno, y provocando entre los ciudadanos un cierto humor sarcástico y sobretodo desilusión. Muchos resbalaron por la pendiente del vicio, y su picaresca no ha tenido fin hasta tiempos recientes, ya que buenos entrenadores tuvieron, de los que salieron alumnos aventajados.

Octavio, que impaciente estaba por aportar sus impresiones, empezó diciendo: -También los hay que suelen indignarse de la injusticia ajena, cuando ellos mismos llegan a pecar más de lo que se pueda imaginar en toda la historia de la picaresca española. Destacan de codicia insaciable, tienen hambre canina por amasar fortuna, y no cesan hasta que en algún momento les pillan, y entonces, con cierto cinismo se les disculpa, con la excusa de que siempre ha sido así. Por otro lado, la justicia confunde a los ciudadanos en la aplicación de la Ley, por la lentitud en aplicarse y en ocasiones provocando la sensación de que no castiga lo malo. Del mal uso de la justicia el malvado ha perdido su temor a ella, librándose en ocasiones de la merecida prisión.

-Muchos han provocado que se murmure de ellos y se sospeche por toda la vileza en que se les ha visto embarrados. No pueden presumir de haber realizado buenas obras, pues más bien parecían aves de rapiña, con mucha afición a las vanidades en los asuntos mundanos, dejando a un lado el interés del que presumieron hacia los ciudadanos, pues con malos principios es imposible tener buenos fines.

Estaban los dos hombres en su entretenida charla de buenos amigos, disfrutando de aquella soleada mañana, y haciendo una pausa en los temas que estaban tratando, Octavio sintiendo cierto atisbo de nostalgia, se dirigió a su amigo: -Amigo mío, el tiempo corre y todas las cosas mundanas van tras él. Cada día que alborea cosas nuevas aparecen y amanecemos siempre más viejos y cercanos a la muerte, cosa que algunos no quieren comprender, pues ciegos están de sus pasiones y locos en sueños de poder.

Fidel le contestó: -En referencia a los pactos, creo entender que, así como la mujer que dice querer a dos hombres a ambos los engaña, de ella no se puede tener confianza. Eso mismo se puede aplicar a nuestros políticos y creo que está ocurriendo con todo lo referente a sus pactos. Y ya me contarás Octavio, el porqué de tanta quimera a la que estamos asistiendo en los últimos tiempos, pues también es cierto, querido amigo, que cuando el dinero no alcanza para cubrir las necesidades que nos hemos impuesto, todo se torna en descontento y greña, y los ciudadanos están a la caza de culpables, atribuyendo sus males a los que les gobiernan, y se echan en manos de aquellos que les prometen solución a sus problemas, sin reparar en las argucias de los seductores, que aprovechan la ocasión del desconsuelo humano para “pescar en río revuelto y medrar en beneficio propio”.

-Entiendo que ahora afloran quienes prometen lo que quizás no puedan cumplir, que intentan convencer engañando o cuando menos confundiendo a la gente, vendiendo sueños con tal de alcanzar el poder. Muchas promesas quedarán en palabras y no en las obras que prometían garantizar, quedando solo vanagloria y dejando una deuda en cumplir al servicio de los ciudadanos. Estos fingidos y arrogantes salvadores de patrias, que hacen creer que las cosas se solucionan de la noche a la mañana con poco esfuerzo, regalando derechos y ocultando obligaciones. Muchos quedarán prendados de fáciles logros, pero solo con esfuerzo se consigue prosperar y sacar un país adelante; pues acontece con frecuencia que al principio la gente no aprecia el engaño, pero pasado el tiempo descubra las verdaderas intenciones de quienes les regalaron los oídos con mucha esperanza e ilusiones de futuro.

Esperando estaba Octavio para tomar su palabra, y de esta forma dijo: --Llevas mucha razón Felipe, pero no se repara en los que prometen mejorar las cosas, pues suele suceder, pasado el tiempo, que todo siga igual o peor de lo que había. Que no es tan fácil recomponer lo que en mucho tiempo mal estaba. Aunque tenemos que reconocer, que entre los que quieren el poder hay gente joven y bien preparada con la ilusión de cambiar muchas cosas; y especialmente las actitudes humanas, que son muchos los males que aquejan a nuestra sociedad, donde la razón, el entendimiento y la honradez vienen fallando.

-Es propio del hambriento de poder no reparar en las formas y en los medios para conseguirlo, y así estamos viendo las cosas que están pasando y las que seguiremos viviendo, y esto traducido en hechos lo veremos en nuestros bolsillos, pues con tanto cambio que se pretende hacer, nos pueden acuciar con más impuestos, ya que van a ser muchos nuevos actores a comer de un mismo plato, y no repararán en gastos para satisfacer a las mesnadas que los han apoyado. No dudo que harán el bien a los menesterosos y beneficiándose de paso asimismo, práctica muy habitual usada desde hace tiempo, que muchos, mucho han trincado, y pocos, poco han devuelto.

-Dicen que vienen para perseguir a ricos y poderosos, pues les acusan de no poner arreglo en reparar injusticias y no atender a los más necesitados. Publican buenos deseos en rectificar los desmanes habidos, pero posiblemente veremos repetirse la historia, ya que al final la codicia a todos se extiende y todo volverá a ser lo mismo: los pobres iguales o más pobres, y los ricos más ricos. Harán las obras que las circunstancias les permitan, que no siempre serán las que prometieron para alcanzar el poder. Así viene siendo en todo tiempo de la gobernanza humana. Es cierto que hay buenas personas que se emplean en hacer el bien y su labor es silenciada por otros que se empeñan en hacer ver lo contrario, con flaco servicio a los ciudadanos.

Confuso y pensativo estaba Felipe, escuchando atentamente los pensamientos de Octavio, pero reaccionando dijo: -mucho de cierto en cuanto dices, y son variadas las opiniones, que un cúmulo de cosas mal hechas se deben de reparar, especialmente en lo referente a la corrupción, que ha dado lugar a reacciones de peligrosa radicalidad; con mucho riesgo para la normal convivencia y el peligro de perder lo positivo conseguido. Que en casi todo hay vicio, pero lo importante es saber contenerlo o corregirlo. Pues entiendo ha fallado: “controlar hasta el controlador”. 

-No obstante, esperemos que la Divina Providencia inspire a las personas que nos gobiernen en el futuro para evitar males mayores y desdichas no deseadas. Que impere el optimismo perdido, pues mal vamos si un pueblo pierde su alegría e ilusión por el futuro, pues como dicen por la Alcarria: “mejor será tirar al Tajo a los políticos, que poner en riesgo nuestras esperanzas”. Y también quiero recordar que: “cuando los que mandan pierden la vergüenza, los que obedecen pierden el respeto”.

-Muchos estamos deseando que se arreglen las cosas, especialmente en lo referido al tema de la corrupción, enfermedad extendida como una pandemia en todos los niveles del Estado. Anhelando que el virus maligno de donde proceden los problemas se erradique totalmente, ya que un fuego mal apagado puede reavivarse con un simple soplo de viento.

Era mediodía de la soleada mañana, cuando Felipe sugirió terminar la conversación que estaban manteniendo los dos buenos amigos, y finalizó su charla diciendo: -solo me resta comentar aquello que con frecuencia se dice: “Mal haga Dios a quien mal haga su oficio”. Que una buena limpieza del modo de vida es lo que hace falta, mostrando actitudes honrosas a cara descubierta y sin engañar a nadie, que mucho farsante se ha visto en el devenir de los tiempos.

Ahora se tenía que marchar a realizar algunas labores de atenciones sociales, “en favor de sus gentes”, como solía decir. Era persona alegre, generosa y comprometida por hacer el bien. En los últimos tiempos su ánimo se había deteriorado, y tenía ciertas reservas de las cosas mundanas, acercándose más a todo aquello de ámbito espiritual, volcando su sensibilidad por el dolor ajeno; así pues había decidido colaborar en los asuntos humanitarios de la Iglesia Católica: “atenciones a los más necesitados de la ciudad, llevándoles en invierno comida caliente, colaborando en los centros de acogida y otros asuntos que requiriesen su colaboración”.

Pero por costumbre tenían, al final de sus encuentros, tomarse unas copas del rico vino de la comarca de Mondéjar, en un bar próximo al parque, brindando por su amistad y por un mundo mejor. Después se despidieron felices por el rato que habían disfrutado juntos en aquel agradable lugar.

Madrid, Julio 2015 Eugenio